Bala.

Bala, próximo paso,
como cuencas invernales
y un chasquido silvestre
con la voz adecuada.
Se encuentra el sonido
junto al adiós del próximo silencio:
"Sólo basta una descarga,
no desperdicies" - se advierte.
"Mira fijamente, traga adrenalina
como hiel corporal débil,
pues al objetivo, lo matas bien
desde adentro..."- se repite
para no olvidar.

Luego, el apretón
quedó tatuado al culminar
el último cáliz que resume
esta aventura nocturna.
Balas, cien, sesenta y cinco,
treinta, veinticinco, miles...

..ahora estoy aseando
los andrajos rojos coagulados,
con la vista seria que acuchilla
al espejo, y el sabor morapio
augusto de las malas noches.

Ella está asustada,
la entiendo, pues nunca supo
que mis manos liquidaban.
La dejo consolada, me alejo,
persigo el misterio, más allá
habrá otra vida, y otra más
para confortar mi sed...

Bala, intriga y sentido,
el hábito noctívago de un hijo de nadie.
Estoy casado con el viento
y sigo su maldita dirección,
y detrás de la aguerrida seducción
viene el rótulo iracundo que dice:

"En aquel viñedo solitario
en donde suele jugar aquel zorro,
se ha prohibido ya que entren
a dormir doncellas claras."

Firma: Yo, el canalla inolvidable.​