“Balada Plutoniana”

Bajó el altar divino
Ligada en brazos de Él,
Con un atuendo de novia
Tan blanco que la nieve parecía caer, y con los
Rayos del Sol parecía disiparse;
Fulguroso en su dedo el anillo
Que anudaba sus almas
En un sempiterno soñar de romance.

Tras ver la refulgencia
Que despedían sus sollozos ojos,
Me causó tal turbación
Que mi alma enseguida,
Poseída por la agonía,
Se vistió de luto con crespón,
Yan inmenso mi sollozo
Como el sollozo del mar,
Abandone toda esperanza de llegar
A cautivarla con sentimientos inútiles,
Que por tantos años
Le oculte a causa
De mi maldita cobardía
De mi amor por élla.

Era mi ansiada fortuna
En un infinito soñar
Mas ahora callo en su nupcial ceremonia,
Y alzo mis quejas al sordo firmamento
Circundado de pesar
¡Prefiero ensombrecer mi alma
Y arrojar mis dulces anhelos
A la fugaz corriente del olvido!
¡Adverso es el tiempo y lo maldigo!
Se marchita mi ser al contemplar
La amarga escena que anunciaron mis ojos…

Asomo luego su vista,
Fijándola en mi abatida imagen,
En medio mi quietud,
Me enterré en un prolongado silencio
Casi mudo, donde mil y un emociones
Atravesaban como finas espadas impías
Mi pálido corazón.

¡Ay cuán difícil me resulta escapar
De su silueta juvenil!
¿Cómo librarme de su sombra, si
en su presencia se estremecen
mis venas y late con precipitación mi pulso?

Allí estaba ella alentando
Mi lóbrego corazón, rendido
ante la sombría melancolía;
con sus sollozos ojos negros
supo comprender el habla
de mi pecho, y con una brazo
Pretendió aliviarme de mi oscuridad
Plutoniana, tan fragoso
Como el mismo inframundo.

Volví mi mirada hacia
Sus ojos y le repuse:
¡Ay! Hoy comprendí la gracia
Que cantas en la cima
Del goce de vuestra felicidad,
Mas a mi me apremia
Con un inmenso dolor,
Tan agudo, que aparenta desgarrar mi alma.

¡Déjame y ve!
Mis labios se molían, mas
Continúe expresando:
<<la campana de cristal
Anunció la muerte de mi alma
Y revelo en el cielo
Como mi estrella se extinguía
Junto con mis translucidas alas.
Tú de reconocible belleza,
Digna de privilegiar como
La décima musa
¡mi muerte late cerca pues la ponzoña que bebí
Se apodera de mi como abatiendo mi ojos con un mortífero sueño
Del cual nunca despertare!
Aproxima tu oído a mis labios
Porque te confesare antes de mi partida una promesa de Amor
“Te prometo mi amada amante
Que ni los serafines en la Utopía
Ni los demonios de Plutón
Podrán separarme del recuerdo de ti
¡Nun…ca… j…am…ás!
<<y al expresar mi amor
Que difícil me era ocultar,
Las rosas moribundas, marchitándose
Exhalaban sus fragantes perfumes al caer
Sobre un lecho de rosas blancas,
Donde sucumbió mi alma carmesí>>

 

gracias a mi por caer aqui y gracias a tus letras por encontrame

 

Gran poema, gran trabajo espléndido, conmovedor y bellísimo.