Bebo, escribo, bebo, escribo...

Llueven horas en mi habitación,

rueda tu nombre por mi frente,

ladrillos ciegos,

ventanas sin sol,

bebo, escribo, bebo, escribo…

mis dedos lloran noches

mientras tu reloj por ti olvidado

se ríe en la mesilla dormida,

los perros del callejón

cantan tu canción

y la luna ya no me regala versos,

mi amor es efervescente,

mis poemas curiosos

te buscan en cada letra

que nace de mi copa de ginebra,

me emborracho de tu ausencia

escuchando a Bunbury,

“El Boxeador”,

un beso disecado me saluda

desde el espejo del armario.

 

JAJAJA Eres grande Paco, es una estupenda escena teatral, habla por si misma del despego...del desamor.
Placer es recorrer tus letras, un abrazote

 

Gracias amiga Mireya por tus bellas palabras. Te mando un besote de caricia de lluvia, sigue cayendo en Zaragoza: MMUUAAKKSS. Paco.

 

Beber y escribir ausencias se puede transformar en una adicción; una muy bella y triste. Saludos cordiales para ti Paco.

 

pero es esa misma luna que alumbra el alma del poeta, que lo lleva por los senderos de cigarrillos y café a plasmar la melancolía que brota en el corazón, por ella. ¡Simplemente hermoso! Un verdadero placer disfrutar de su maravillosa poesía, Paco, reciba la más cordial felicitación y saludo.

 

Gracias amigo Sergio por tu visita y comentario. Un abrazo. Paco.

 

Gracias amigo Daniel por tan bello comentario. Un abrazo. Paco.

 

Duele el alma cuando la ausencia nos lleva a esa ebriedad porque los sentidos se quedan mudos y hay partes de nosotros que se desprenden de tanto sufrimiento, una forma única de trasmitir ese paisaje desolador, grato leerle siempre...saludos!