bergoglio se confiesa

Bergoglio se confiesa

Por Jorge Bustos

Entre los católicos españoles más ortodoxos corre un malicioso chascarrillo según el cual ya no urge rezar por la conversión de Rusia y las intenciones del Papa, como fue costumbre durante el siglo XX, sino por las intenciones de Putin y la conversión del Papa. Un pellizco de humor de sacristía por lo demás revelador de la inversión categorial con que va desenvolviéndose el siglo XXI. Hoy tenemos una China aperturista, unos EEUU en trance de aislamiento, una Rusia que llama a la cruzada y un Vaticano de izquierdas. El personal anda despistado, claro.

Pero a despecho de tanta atribución política como pesa sobre él, quizá este Papa -qué decepción- no sea más que un cristiano común, y un hombre más común todavía pese a su credencial divina por cuanto nada es tan humano como la contradicción. Hay varias en la entrevista de Bergoglio. Condena el liberalismo pero acepta que los intermediarios comerciales se ganen la vida con las comisiones propias de su oficio. Abusa del calor retórico de La Gente, pero rechaza la premisa fundamental con que opera el populismo: frente al conflicto abstracto entre pueblo y élite, Bergoglio prescribe diálogo y concreción, y además no ve la tele, que es el primer mandamiento de las tablas populistas. Es depositario de un mensaje secular de salvación, pero alerta contra los salvapatrias que florecen en las crisis. Y la contradicción mayor: es argentino pero hace autocrítica.

El Papa no es economista, gracias a Dios. El ámbito de su magisterio es teológico y moral. España siempre fue tierra de papistas mayores que el Papa, que hoy lamentan que Bergoglio reciba más aplausos de los ateos que de los observantes. Pero pensar así es volver a caer en la militancia adversativa que se define por la discrepancia con el progre y no por la fidelidad a la Escritura. ¿Hay algo no cristiano en la enseñanza de Bergoglio? No. ¿Hay algo no cristiano en los prejuicios de la derecha? Para eso está la confesión. Si Trump es la esperanza de los conservadores, a ver por qué El País no va a poder ser un confesionario de pontífices.

http://www.elmundo.es/opinion/2017/01/23/588513d0468aeb0d058b45ce.html

 

Ya terminado el papado de Francisco, es de notar la serie de incongruencias sucedidas en el mismo.

Fuertemente influenciado por el entorno populista, Bergoglio intentó aplicar prácticas populistas en la iglesia.

Buscando atraer los sectores agnósticos y ateos por ideología, permite la "socialización" de la iglesia, pero poniendo altos en puntos del respeto a la vida y la propiedad.

Esta ambivalencia le permite recuperar sectores devotos clandestinos... pero que luego se mudarían a sectas fuera del catolicismo (producto de la misma ambivalencia).
Mientras que la devoción más arraigada entra en duda y mira de reojo los acercamientos y luego simpatías del Papa para la izquierda internacional.
Sumando el relativo silencio a la persecución del cristianismo católico en Asia y África.

El resultado es una iglesia que se enfrenta a la disyuntiva de radicalizarse entre la política... o la fé.