Bluseando

Noches enteras de silencio
entre los planetas verdes;
los poderosos fuegos
de B.B. King asaltan
la bóveda de éter
y los espacios agigantan.
El vuelo de las neuronas
desbocadas interpretan
el sortilegio del tiempo,
el vaivén de las olas
que siempre retumba
entre las rocas desechas
como millones de años:
Fa, sol, mi, re, mi, sol.
En fin, una suerte
de infinita locura.

 

La música puede transportarnos a lo más profundo del pensamiento, ya lo describió así Pitágoras. Buen poema, Hank.
Saludos mediterráneos.

 

me encanta que te haya gustado Pedro, un abrazo ecuatorial.

 

Hola
Encantada de leerte.
Saludos y estrellas
¡SONRIe

 

Me gustó, está kool...