Bosque

Camina como Ulises por la senda,
De los dioses de pueblos olvidados,
Humildes esqueletos de hojas muertas,
Suspirarán tu nombre a cada paso.

En el centro profundo de la selva,
Espesura de tiempo enmarañado,
Aviva tus sentidos y contempla,
Tu humano devenir eternizado.

Cuando tras las columnas palaciegas,
Distingas el sonido de otros pasos,
Si te ves frente a ti, no te sorprendas:
Al perderte por fin te has encontrado.

 

Hay veces que es necesario perderse para encontrarse. Mis felicitaciones, compañero.

 

Gracias, Javier.
Desde el humilde humus hasta las copas de los árboles, todo en el bosque habla de eternidad.

Saluos,

 

Me ha gustado mucho, sobre todo los versos finales con los que le das un toque especial y profundo a tu poema amigo Alberto. Un abrazo. Paco.

 

Hola Paco,
Tengo predilección por los bosques, cuanto más salvajes mejor. En esas plantaciones ordenafas como ejércitos, por el contrario, siempre tengo la sensación de que algo malo me puede suceer. No es el orden natural de las cosas. Como sabes, los bosques fueron en muchas culturas lugares sagrados, morada de los dioses, de la magia. No me extraña: son la visión más clara y más cercana de la eternidad que podemos tener. Mi poema en pocas palabras plantea un viaje al encuentro de nosotros mismos, como parte del ciclo eterno que empieza en la descomposición, en el suelo, y se prolonga por los siglos hacia arriba, de lo humilde a lo sublime. Justo en el medio del proceso estamos nosotros, que somos "el ojo atento y el corazón latente del universo", como bien dice el poeta-filósofo François Cheng.

AbraXos.