Botín agujereado.

Nómada chiquillo, toda su muerte
en unos zapatos está escrita,
firmados por él mismo han de ser,
cientos de patadas a balón y ser,
fuertes pisadas por rabietas del mismo
y de algún otro ser.

Flores rotas por su parecer
que años más tarde compraba
al humilde florestero aquel,
preguntaban todas si para sor han de ser,
odio frungido sentía él por su progenitor femenino.

Qué miedo podría tener si no más de tres años,
sin conciencia, sintió su presencia.
Mismo sabía, ergo, dificulta su habitual sencillez.

Sonrisa para inútiles cuales no aprendieron
a leer los ojos, ingenuos que no preocupársele
pueda al ver todas mis muelas, oh,
triste vida disfrutarla sea capaz ese
que esconda su mayor temor y arrincone
el vacío poniéndolo así, al tan bondadoso vacío.

Se tiene, se sabe, se aprecia, todo mi desprecio
dirigido en ceño al triste vacío que siento y
afortunado día sea el que no se pueda ver,
de quince años en el amargo anochecer
del que no me logré deshacer.

 

bello escritos, un verdadero canto a la melancolía... un gusto leerte.