Brisas de una ciudad.

Anoto frases sueltas durante este olvido geográfico
Para vivir en la refinada atmósfera de mi isla
Siento el tiempo dar volteretas y perder el rumbo fijo
Cuando las sombras de tiempos mejores
Nos llenan la cabeza de nostalgias.
Es el hombre el mejor adorno de este manojo de edificios

Con presteza mis cansados pasos
Tratan de perpetuar la esperanza.
Es necesaria la resurrección de las almas
Que han huido despavoridas abandonando la melancolía.
Esta cálida ciudad abre sus alas, sus sueños.
Yo la recuerdo así, susurrando muy bajo con sus
Labios de anciana coqueta.

Me he paseado por los lugares
Que se me antojan perpetuos y lustrosos
A los ojos de Dios.
Son las columnas ajadas por tanta edad
El ámbito solemne de una dignidad a prueba de clamores
Cuanta ironía encuentro en las calles, cuanta
Poesía contenida entre restos y dolores.

Se quejan los vitrales, los adoquines
Por tantas miradas caídas e incomprendidas.
En las gargantas hay un cosmos de desordenes.
Atesoro hoy los coloniales barrotes, y me queda
Gravado en la memoria el olor sutil del oxido
Que como polvillo coloreado se mece en el aire.

Renace tranquila, soñolienta camino del alba
Una cuidad que desparrama su frescura inocente
A pesar de sus eternidades.
Una anciana rejuvenecida por la brisa del mar,
Acunada por las canciones de antaño.
Nadie puede perderla siquiera de vista.
Nadie puede dejar de disfrutarla.

En la hora en que cae fatigado el día
Baja la mirada asustada y no se atreve a divisar
un horizonte que poco a poco pierde de vista.
Es entonces cuando se refugia hermosa, omnipresente
Entre las pupilas de las bombillas y los bohemios.
Acentuando el aliento libre de esta ardiente tierra,
Bañada por los sonidos graves que emiten sus gentes.

Esta aquí, no sé sí entre los galimatías de un cuaderno
Pero sé cual es el sitio que ocupa perpetua
Entre mis risas y quejidos.

 

Hermoso poema, Bel, casi es perceptible
la brisa de este paisaje citadino
que nos has brindado.

Saludos.

 

Muchas gracias por tus palabras,
es tan increible cuanto uno puede sentir cuando pasea por las calles de su ciudad, tan conocida pero tan misteriosa y nueva a la misma vez.
Tan solo uno tiene que dejarse llevar y disfrutar de lo que nos brinda, del calor humano, la solidaridad, del paisaje, en fin de todo.
Tan solo tenemos que aprender a mirar y admirar al mismo tiempo.
Gracias nuevamente por pasar y leer mi poema.
Un abrazo desde mi malecón habanero.
Bel