Cadáver I

El intenso cadáver de la turquesa sombra
el delicado sátrapa que conversa con ella.
De noche o de día es el mismo martirio
la tos, el invierno, el paso del tiempo es una llama.
Y las cenizas. Serían semillas otra vez las cenizas.

La extensión del encierro aumenta, el cuerpo aumenta,
las heridas y el agua sanan. Ya no hay otras secuelas.
Si hay arañas enigmas, si hay arañas amigas,
si hay una especie de gas narcótico alrededor de cada pensamiento.
Y si, aún existen milagros sentimientos.

Los siniestros del odio se forman golpe a golpe, los golpes se ven,
pero la fragancia mojada del celeste ciclón es una lagrima que se guarda dentro.
El cadáver no habla, el cadáver no come,
el cadáver no vive si viven las palabras.

El delicado sátrapa conversa con mi alma. No se entienden.
Yo sonrío. Yo no debería tener un cadáver en mi alma.

 

Buen poema con una retórica bastante suigéneris. Saludos cordiales