Calles de Navajas

Son estas calles holgura y pasatiempo
a un viajero de tierras catalanas;
vino de emoción y aroma el verbo hecho,
plácele marchar sin imposibles ansias.

Divierto mi sentir sin vislumbrar destellos,
ni hay senda que desdeñe, si la vista es clara;
en mi banco troyano, gárgola asemejo,
inmóvil, maldiciente en la celosa plaza.

Navajas es presente y letanía a un tiempo,
doncella principal, alegre y franca,
gota de jazmín, y agua, y luz, y almendro,
romance inmemorial con su fiel Palancia.

No es mi mano aquélla, que en el Medioevo
glosarte supiera con gótica maña
tus aires de vieja mansión roussoniana,
¡tan lacia la hiedra en sus turbios espejos!

Extraño es mi pasar, tuyo es mi verso,
y tuya es hoy mi breve palabra,
¡mil años te guarden, señora Navajas,
las Parcas que lían aquí mis desvelos
-e hilan riendo, riendo, riendo,
con gesto impasible en un oscura morada-!.

 

Muy medieval y noble, como una vuelta al Pasado.