Calor efervescente

Deberías correr hasta la loma,
desplomar el cansancio, en la loma,
cuando estés, descansada, mejor que
un ancla de plumas sobre el verde
espera la loma que, caliente, nos
doma como inclinadísimo desespero.

¡Qué calor!, dijo el suelo,
¡Qué triste, el hombre sediento
en fuegos medianeros del pasto!
¿Es trópico, cuán clima en el ecuador?
¡Deberías correr hasta la loma!
Purísima, oh, el sol sobre tus cabellos.

Dotadísimo bronceado en tu piel canela,
damisela enamorada del claro color,
el día, fugaz cerradura de tus largos dedos,
sobre mi pecho están ardientes luces,
¡arquitectura de frutas mojadas son tus besos!
¡Deberíamos correr hasta la loma!

Descansa, observadora de días de luz,
tu cuerpo agotado sobre el mío,
o el río que guarda fríos en pleno verano,
es el final, al subir la loma baja el fuego;
recorrido esculpido por tibias tierras,
paraísos de sueños por vivir.

 

No es caliente, es tibio el suspiro que arrancan estos versos, llenos de ternura y frescura. A los ojos es muy agradable, excelente escrito. Encantada de pasar por tus lineas, te dejo estrellitas y seguiré leyéndote. Un abrazo =)

 

Gracias, querida Eddy. Destellas alegrías a mi ser, al leer tan buenas observaciones con sones de análisis y buen juicio, como ninguna te asidas en el ánima o centro del poema, y lo haces tuyo.

Un fuerte abrazo,
Nicolás Bera.

 

Hola cuando el calor se torna en ese estado, nada mejor que darse un remojón en los manantiales del amor. lindas letras que nos hace reflexionar sobre el estado del ¿tiempo?.. grato leerte Saludos y estrellas
¡SONRIE

 

Gracias, Bonita, por la apreciación y el comentario.

Un abrazo,
Nicolás Bera.