Camila.

Me pregunto qué quieres de mí,
quisiera saber por qué me has buscado.
Dime, confiesa, ninfa de labios carmín,
¿cómo osas volver tras habérmelo arrebatado?

Me niego a que nuestra historia te incluya a ti,
así como también me rehúso a tu llamado
pero ¿qué tal si traes noticias que quiero oír?
Algo, cualquier cosa, sobre aquél que hemos amado.

No, no quiero caer en tu encanto de piel canela
ambas sabemos que nada me vienes a decir
en su lugar creo que solo vienes a mofarte sin reparo;
hechicera de ébano, ¿qué pretendes aquí?

Yo no sé enfentarte o si pueda hacerlo;
comprendo un poco lo que provocas, viéndolo así,
hoy, que tu esencia me perturba, me quita el aliento
dudo que algo pueda darte que te haga feliz.

Quisieras, acaso, recordarme que tú lo has tenido,
que en tus brazos lo pudiste ver dormir,
o será más cruel el motivo de tu arribo
y vienes a revelarme, con gran alevosía, cuál fue su fin.

A qué viene todo esto, Camila, tantos años después...
en ese entonces creí que podía fingir
y ser tu amiga, tu aliada, lo que fuese para saber de él
pero me cansé de tu juego, me asqueé, debo admitir.

¿Por qué me buscas? ¿Por qué tocas mi puerta?
Te conozco y por ello no puedo abrir,
Quisiera confiar que ya no eres la misma que se regocija
haciéndolo a expensas de lo que yo no pude conseguir.

 

la esperanza es lo último que se pierde saludos