Campanas (2a.parte de Encuentros)

Se tiñe el firmamento de luto,
Y las débiles luces se dejan ver,
Las llamas pequeñas y moribundas
Que enmarcan una ciudad desgraciada,
Caída en la miseria por cruel destino,
La peste ha llegado...

Por las calles se siente la muerte,
La desolación y las súplicas por misericordia,
Camino entre ellos con la cara cubierta,
Después de tanto vivir,
No me puedo acostumbrar al dolor,
Sacio mi hambre en el cuello de un moribundo,
Y le doy la paz...

Admiro lo que en otro tiempo fue orgullo,
Y ahora una ruina patética y oscura,
Mi fino traje se mancha con el fango del camino,
Así que decido remontar el vuelo...

Las campanas suenan,
Y me recuerdan una reunión...
En una noche parecida nos encontramos,
Y así como ahora ansío en veros otra vez,
Señor de la llama eterna y de ojos tristes...

Compartimos nuestras penas en la torre de esa iglesia,
Amenazante al principio amoroso al final,
Pues nuestra desgracia es la misma...
Sentándote al lado mío me contaste vuestra historia,
Con lágrimas de azufre y sangre nos abrazamos,
Como amigos como hermanos...

Y ahora vuelo a vuestro encuentro,
Con la rabia de un ayer perdido,
Con el sufrimiento que carcome mis entrañas,
Muertas y sin sentimiento humano,
Las puertas del infierno lo eran todo para vos,
Y ahora venido a la tierra,
A comprender los diferentes destinos,

Me has llevado a comprender mi naturaleza,
Que muera mi fe en un Dios que me dejó en el olvido,
Y que me usa para limpiar sus porquerías,
Para dejarme en tinieblas y nada mas,
Que los recuerdos de mi vida no empañen esta noche...
Porque entre pensamientos y recuerdos volveré a vivir,
No como hombre si no como ser de oscuridad,

Ya alcanzo a ver tu figura,
Recargado en el filo del abismo,
Con tu porte majestuoso y envidiable,
Sonríes levemente a mi llegada,
Con una larga y siniestra carcajada me recibes
Que engañoso es el rostro de un demonio...

Y así comienza nuestra noche,

Esta vez sin amenazas,
Pues bien se quien eres,
Y sabes bien quien soy...

Almas atormentadas
Que buscan la verdad,
Refugiándose en la completa oscuridad,
Que tiñan las campanas,
Y toquen nuestro réquiem fatal,

Que al despuntar el día vendrá un nuevo adiós,
Levemente nos distraemos en el firmamento,
Ahogado cada quien en su pensar en su sentir,

Te levantas al vuelo con un gesto de mano,
Que no se si será una eterna despedida...
Tu cabello largo se agita en las tinieblas,
Y con mirada feroz te despides,

Volverás al infierno,
Y yo a mi tumba,
Y así terminará nuestra reunión crucial...

Lord Vélfragor

 

Las campanas que siempre son señal de júbilo... más aún en el infierno.

Saludos mi Lord. Un beso.