Canto de ausencia y añoranza

A mi amiga Manoli, quien, impensadamente, probó la amargura de la soledad​

De sepulcro en sepulcro
fui preguntando
si habían visto alguno
que murió amando.
Contestomé uno,
contestomé uno:
mujeres a millares ¡caramba!
hombres, ninguno.

Canción que cantaba mi madre.

¿Qué tórtola exquisita se resiste
ante el silencio crudo y favorable
a expresar su quebranto de vïuda?

Miguel Hernández – soneto 10 - El silbo vulnerado




Vaso del que rebosa la añoranza,
alquitara que filtra hiel de ausencia,
corazón que reclama la presencia
y reniega del fin de la esperanza:

Si del llanto del sauce a semejanza
calladamente llueves tu dolencia
y anegas de amargura e inclemencia
el invierno tenaz de tu labranza,

verás crecer al paso de los días,
en nuevas cunas, carne en torno de ellas
con el rastro de aquella que querías.

Que aunque se haya subido a las estrellas
la media vida por que te morías,
el milagroso Amor guarda las huellas.

Madrid, 28 de marzo de 2010

 

Precioso amigo Francisco, un saludo desde Andalucía.

 

Muy bonito el último terceto, y con mucha razón, Francisco.
Un abrazo.

 

Gracias, nasme, por tu lectura y tu amable comentario.

Un saludo,

 

¡Ay de esta puñetera vida, que donde tenías un matrimonio amigo te deja una amiga deshecha! Y va de veras, nada se recupera.

Un abrazo, David, y casi hasta la vuelta en Septiembre.

 

En el arte del soneto
unir hilos es tarea
¡ Lo ha bordado ! caballero
con la mejor de las sedas.
Ha sido un placer (poéticamente hablando )
leer este poema.
Un abrazo

 

Pues muchísimas gracias, Calor de Julio (y que lo digas), por tu buena crítica y por tu donosa cuarteta.

Otro par ti,