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Capítulo IV

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por jorgeaa, 8 de Diciembre de 2016. Respuestas: 3 | Visitas: 605

  1. jorgeaa

    jorgeaa Poeta recién llegado

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    Hoy había sido un día un poco extraño. Terminábamos la universidad y los augurios de principios de diciembre habían creado un estado de euforia en mis compañeros de clase.
    Naturalmente, fuimos a beber al bar de siempre como acostumbrábamos. Después de varias cervezas, chistes, risas y un sistema cíclico de perder y ganar dinero en las mesas de billar, Monse me invitó a bailar.
    Sonaba una estridente canción de Los Tigres del Norte. Nos ubicamos en el centro de la pista, tomé su delgada mano izquierda y la entrelacé con mis dedos, luego coloqué mi mano derecha justo ahí, donde la espalda pierde su nombre. Conociendo a Monse, sabía que no le importaría.

    " Allá en la mesa del rincón le pido por favor que lleve la botella." relataba la empolvada bocina Aiwa, que nos veía abandonada desde su esquina.

    -"Vos sos bien guapo fijate." me dijo Monse con su marcado acento jutiapaneco.

    -"Gracias Monse, vos también tenés lo tuyo." le contesté un poco cortante.

    -"Mira pues yo ahorita mandé a la chingada a mi novio." me dijo

    -"¿Por qué"

    -¿Por qué que?"

    - "¿Por qué cortaste a Miguel?"

    -"ah era un imbécil vos, aguantá que me quería ver la cara con esa su amiga, la de los ojos verdes". Me contestó. Cada palabra que pronunciaba Monse iba cargada con un fuerte olor a licor.
    Estaba borracha. Aún consciente, pero borracha. Ahora ¿era eso algo realmente malo?

    - "Ese Miguel, no sabe de lo que se perdía. Digo una chica como tú no es alguien que se encuentra en cualquier esquina."

    -" Es que sos tan lindo." me dijo Monse pegándose cada vez a mí.

    - "Sólo soy lindo con las chicas que se lo merecen." ¿Qué carajo estaba haciendo?

    -"Y tú lo tenés más que merecido."

    Debía terminar con esto. Tenía que regresar a seguir bebiendo con los demás o jugar otra partida de billar o pedir otra canción en la rocola.
    Pero ya había bebido demasiado, las mesas estaban llenas y no me gustaba ninguna canción del repertorio.
    Monse me estrujaba lentamente mientras bailábamos.
    Me dejé llevar por el alcohol y la abracé mientra le plantaba un beso en la mejilla.

    -"Si yo hubiera sido Miguel no te hubiera dejado irte sólo así." le dije con un poco de morbosidad en mis palabaras.
    -"¿A qué te referís con sólo así" - me preguntó adivinando mis intenciones
    - "Sin hacer esto..." le dije impulsivamente besándola de una forma quizá demasiado apasionada.

    En nuestra mesa mis compañeros seguían bebiendo cerveza, fumando riendo y contando historias sin darse cuenta de lo que pasaba entre Monse y yo.
    Así que continuamos aprovechando el tiempo.

    Con cada beso, ella clavaba sus uñas en mi espalda y acariciaba mi cabello con su mano. Yo por mi parte la sostenía de las caderas y apretaba sus nalgas constantemente.
    Después de un rato me pidió que la acompañara al sanitario.

    El baño del bar de siempre es un lamentable espacio de 2mtsX1.50 con un solo inodoro y una puerta con un cerrojo muy inestable, demasiado inestable.

    Monse entró y yo me quedé fuera. Me puse a ver mi cara en un espejo, revisar que mis dientes estuvieran limpios y mi barba peinada.

    ¡Oh Monse! ¡Dulce Monse! ¿Por qué la tentación debía sentirse tan bien? ¿Sería realmente algo malo lo que estaba haciendo? No, ella es una amiga que necesita de mi consuelo porque su novio no supo apreciarla, técnicamente estaba consolando a una amiga.

    Me puse a pensar en lo que había dicho Monse respecto a su novio. Habló de una chica de ojos verdes. ¿Sería Isa? ¿Daniela? ¿Andrea? O quizás era ¡MARIANA! No, no podía ser Mariana. ¿Cómo pudo hacerme esto? Después de toda la confianza que deposité en ella, después del largo proceso de descongelamiento que pasé con ella, todas las horas, las palaabras, no significaron nada para ella. Tenía que vengarme de alguna manera pero ¿cómo? ¿Cómo?

    Escuché a Monse tirar de la cadena del retrete. Vi como abría la puerta lentamente.
    Me dejé llevar por mi rabia alimentada de venganza y mi embriaguez urgida por terminar con el odio y la decepción con una solución inmediata y disparatada.
    En un par de segundos me encontraba metido en el mismo sanitario con ella; sucio, frío y repleto de pecados.
    Sí, aún hablo del sanitario.

    -¿Y ud que está haciendo- me preguntó Monse con una voz ahogada en lujuria.

    No contesté nada y procedí a desabotonar su blusa hasta encontrar sus pechos enfundados en un sostén carmín con encaje.
    ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba a punto de tirarme a Monse? Sí a Monse. mi compañera de clase, a quién le hacía los talleres de lógica jurídica a cambio de nada, quien siempre ponía su apartamento para reunirnos a estudiar, quien me acompañaba a comprar mi desayuno en la cafetería de enfrente todas la mañanas.
    ¿La amaba? No, no la amaba. Amaba a Mariana. Ella era mi cómplice, mi secreto delante de todos, el único norte que marcaba mi desbaratada brújula.
    Pero ella había tenido algo con Miguel. No era un hecho sino una sospecha y con eso bastaba.

    Tenía los senos de Monse delante de mí. Eran grandes, redondos y firmes. Ahora comprendía todo, no estaba pensando en ella. Estaba pensando en Mariana, así como lo hacía todo el tiempo. Estaba enamorado de ella, siempre lo supe. No tenía los cojones para admitirlo ni mucho menos para decírselo. Ahora entiendo como descubres cosas ocultas dentro de ti por medio de cada mujer y esa era la enseñanza de Monse.

    La simpleza de esta realidad me enfermaba. Yo era un tipo duro, yo no tenía corazón para nadie, yo no podía enamorarme, yo no tenía sentimientos; o se supone que no tenía.

    Hundí mi rostro en medio de los pechos de Monse. Me excitaba como se erizaban cuando mi barba rozaba sus pezones y el olor que emanaba de ellos era algo comparable con las flores.
    Eran realmente hermosos y estaban ahí solo para mí. Saboreé lo salado y dulce de lo que algún día sería la maternidad de Monse.
    Ella se restregaba contra mí con placenteros gemidos. El baño ahora era un horno candente.
    Seguía pensando en Mariana y el malestar empujaba mis víceras de arriba a abajo, aún no estaba seguro si me enfermaba la culpa de traicionar mis sentimientos o si era el hecho de estar enamorado.

    La cara de la venganza me encontraba sensualmente, besando mi cuello y mis labios con pasión mientras su pantalón descansaba indiferente en el piso.
    Sentía el calor de su cuerpo conectarse con el mío. Ya era muy tarde para retirarse de esta partida, las cartas estaban echadas y me sentía obligado a igualar la apuesta de Monse.

    La senté en la tapa del retrete. Estaba enamorado de Mariana y mi rostro reflejado en el espejo me lo recordaba.
    Arranqué ferozmente el calzón de Monse de sus piernas morenas y torneadas.
    Monse se hundía en el placer y se armaba de expectativas.
    Era una mujer hermosa, fogosa, sexy. Sin duda lo era y hasta ahora lo notaba. Desde sus exóticos aretes de plumas rosadas hasta sus pies delgados y tersos enmarcados en una serie de uñas revestidas de esmalte negro.
    Cualquier hombre hubiera soñado con una mujer así. Era demasiado. Quizá demasiado para mí y yo no era cualquier hombre.

    Besé sus labios rosáceos, estaba ruborizada y sudorosa. Se veía linda. Más linda que hace cuatro años cuando la conocí, más linda que con su vestido rojo que llevaba en el congreso de derecho penal durante el sexto semestre.
    Eché un vistazo debajo de su cintura. Ahí estaba el coño de Monse, límpido y sedoso.
    Parecía sonreír mientras me acercaba, cada vez más y más.
    El resto es historia, de la que sólo recuerdo:

    Estaba enamorado de Mariana.
     
    #1
    A homo-adictus le gusta esto.
  2. jorgeaa

    jorgeaa Poeta recién llegado

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    Busco críticas constructivas. Saludos
     
    #2
  3. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Es un relato insulso, una historia muy común. El texto, mejorable, aunque aceptable, con algunos fallos. Por ejemplo, no van comillas si hay guion de diálogo.

    Saludos cordiales.
     
    #3
  4. jorgeaa

    jorgeaa Poeta recién llegado

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    Es un borrador que intenta tirarle al realismo sucio...
     
    #4

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