Carlos Fuentealba y Eduardo Villalba

Tanto a uno como al otro habría que rendirle honores
por creer en utopías como buenos soñadores.

Uno era formoseño y el otro era neuquino
con la impronta provinciana de valores pueblerinos.

Fueron maestros de escuela y además buenas personas
el destino les jugó una pesadísima broma.

Uno murió asesinado tristemente por la espalda
por un milico indolente que le disparó una bala.

El otro era mi amigo mi compañero de escuela
lo mataron de un disparo por defender su vivienda.

Murieron tempranamente tal vez porque eran muy buenos
por mérito a sus acciones debían ganar el cielo.

Carlos era Fuentealba y Eduardo era Villalba
ambos tenían la tibieza que nos regala el alba.

Los recuerdo con cariño y con dolor consecuente
por razones similares los tengo siempre presente.

Ruben Edgardo Sánchez, 4 de abril de 2017

http://miuniversar.blogspot.com.ar/2017/04/carlos-fuentealba-y-eduardo-villalba.html​

 

Cerré los ojos después de leer tu poema. Se vinieron imágenes, rostros conocidos, otros lejanos y distantes. Todos con algo en común: La muerte como un llamado en la hora equivocada, el arrebatamiento innegable de la esperanza. Pensé en nuestra historia, en todos los nombres silenciados, en todos aquellos gritos de "todo es posible" que marcaron su final como un mandato divino. Salud por ellos, por su memoria.
Gracias por semejante poema. Un abrazo.

 

Muchas gracias, Viola, por tu presencia en mis letras y por tus generosos y sentidos comentarios que comparto enteramente. Un fuerte abrazo.

 

Se honra quien honra la memoria de manera justa de los hombres honestos que dieron su vida por lo que defendían. Un ejemplo de poesía que ancla sus raíces en la justicia.
Con mi saludo muy cordial, estimado Rubén.
Salvador.

 

Muchas gracias, Salvador, por tus generosos y halagadores comentarios. Me complace que mis versos hayan sido de tu agrado. Un fuerte abrazo.