Carmelitas

Greta se quedó hechizada
por el bisbiseo de Flora al rezar la letanía
su "ora pro nobis" le sonó a "espíame"

las miradas que se cruzan en el claustro
dice mucho del juego del deseo

de rodillas tras la puerta
con el ojo en la cerradura
Greta observa el hábito de la carmelita en el suelo
y el látigo trenzado de fino algodón
colgando de su mano

en la jofaina el agua turbia de la limpieza semanal
refleja el rostro de la renuncia
y un cuerpo entregado a la escasez y al dolor

-la piel enrojecida pistilo tirante
puntitos de sangre a punto de explotar
estigmas, marcas ocultas
gozo disfrazado de oración-

se azota el cuerpo de espaldas a la puerta
para que Greta no vea en sus labios
la palabra del Señor