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Carne de alquiler

Tema en 'Poesía realista (sin premios)' comenzado por Dioryoja, 27 de Julio de 2025 a las 6:03 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 49

  1. Dioryoja

    Dioryoja Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    18 de Julio de 2025
    Mensajes:
    62
    Me gusta recibidos:
    47
    Género:
    Mujer
    Es la chica de la esquina.
    No es así porque quiere.
    No tiene padres ricos,
    ni siquiera tiene padres.

    Quiso estudiar,
    quiso una vida limpia,
    quiso ser decente.
    Por más que lo intenta,
    no es feliz.
    No sabe leer ni escribir;
    en lo único que es buena
    es cuando se desnuda.

    Permanece bajo el sol que quema
    y bajo la lluvia que cala los huesos.
    Renta su piel por unas monedas:
    placer fingido, sonrisa forzada,
    asco escondido tras un gesto mecánico.

    Usa perfumes baratos para tapar el olor del miedo,
    ropa llamativa, tacones que destrozan los pies.
    Consume polvo para aguantar el cansancio
    y olvidar, por un instante,
    lo que está haciendo.

    Anda con hombres de todo tipo:
    ricos, pobres, viejos, jóvenes.
    Da igual, porque ya no siente nada.

    Las señoras la miran con desprecio.
    No saben que va a la iglesia a pedir perdón,
    porque ni siquiera ella misma puede perdonarse.

    Tiene dos hijos que alimentar.
    No le dan trabajo.
    Nadie le lleva flores,
    nadie pregunta si sigue viva.

    La usan, la besan,
    y cuando terminan, la olvidan.
    Tiene una madre enferma
    y regresa con un ojo morado,
    con las costillas rotas,
    con las piernas temblando.

    Duerme donde puede:
    motel, parque, acera.
    Al día siguiente vuelve a hacerlo,
    porque rendirse sería matarlos de hambre.

    Se baña una y otra vez,
    se restriega la piel hasta arder,
    pero la suciedad no se va.
    Permanece adentro,
    en un lugar al que no llegan las manos.

    Guarda pelucas para ser otra,
    para fingir que no es ella.
    Ellas, las señoras de faldas largas,
    la señalan con sus hijos al lado:
    No seas como ella.
    No saben que se acuesta con sus maridos,
    que ellos también van a buscarla,
    a contarle sus miserias,
    a dejarle regalos,
    como si eso borrara algo.

    No suelta el cigarrillo.
    El humo es lo único que calma.

    Se va rompiendo por dentro,
    cada día un pedazo menos.
    Y mientras la ciudad sigue su curso,
    ella se queda ahí,
    parada en la esquina,
    sosteniendo un mundo que no la mira,
    sangrando por dentro,
    esperando, quizás,
    que un día alguien la vea.

    -Dior
     
    #1
    Última modificación: 27 de Julio de 2025 a las 6:05 PM
    A Luis Libra le gusta esto.

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