Carta a un amigo

Carta a un amigo


Recordado Luis:

Cuánta alegría saber de ustedes. Siempre recordándote. Hace unos días hablábamos Nelly y yo y decidimos escribirte, pero a mis 88 años ya estoy como tu mamá (se me olvidan muchas cosas) pero siempre tengo presente las cosas bonitas, como tu amistad por ejemplo.

Imposible decirte (escribirte) cómo estamos. Esto no se puede describir ni por el más famoso premio nobel. Con decirte que estamos sobreviviendo gracias a unas cajitas de un pie cúbico que nos manda Melina de Panamá (Se marchó de Buenos Aires por la crisis Argentina y ahora está en Panamá trabajando. Le va muy bien).

En esas cajitas vienen dos kilos de harina pan, 4 laticas de atún, 2 de spam, 2 kilos de café, 2 kilos de arroz, 2 sobrecitos de refrescos y algo más…y muchas, muchas lágrimas que se multiplican con las nuestras al abrirla. A numerosas familias les llegan estas cajitas con alimentos, principalmente desde Canadá, Miami, Panamá, etc. Por eso estamos suspirando mucha gente todavía. No te puedo contar, pero se humedecen todavía mis ojos al recordar la llegada de la primera cajita. Aquí la gente duerme y amanece en las calles de los supermercados haciendo cola a la espera de conseguir algo de alimentos que pueda llegar o algún artículo para la higiene personal. ¡ESTO ES DANTESCO PRE A UN HOLOCAUSTO SOCIAL.

Dentro de esta tragedia saber de ustedes y de nuestros amigos allende los mares, saber que son felices, que tienen esperanza, que están con la familia, es para nosotros un aliento que no tiene precio y nos indica que vale la pena seguir viviendo para seguir disfrutando la felicidad de los demás.

Escribo diariamente todo lo que se me ocurre: conservo cuentas en Facebook, Tuiter, Gmail, Yahoo, Mundo Poesía, Blog Wordpress y a todas alimento permanentemente. Recibo muchos “compartir” de todas partes del mundo, incluyendo España. Eso me mantiene vivo sin odio, sin rencores, sin pesimismo, sin matar la alegría, amando la música, la poesía, la amistad y el compañerismo… y viviendo una permanente esperanza. Disfruto la soledad acompañado de tantos amigos, como tú, ausentes. Recordando las largas horas de fructíferas conversaciones con sabrosa espumosa entre las manos.

Como tú bien sabes aquí no tenemos Estaciones. Somos una permanente primavera climática, pero también una terrible oscuridad y una pesada noche de 18 años de una cruel Dictadura, que sólo con el despertar del pueblo podremos alcanzar la luz de la Libertad.

Nelly con sus dolores de columna y otros achaques, ya crónicos, y a eso se une que cuando limpia todo el apartamento va directo a la cama a tomar algún calmante. No se consiguen las medicinas, las consultas médicas están por las nubes, los hospitales y clínicas están congestionados. Ayer fuimos a Sanitas y era difícil caminar por las grandes colas en doce casillas para pagar y 18 puestos de atención al público.

Todo esto que te explico me ayuda a que crezca dentro de mí una gran fe y esperanza en que pronto, muy pronto, vamos a salir de esta terrible pesadilla y que nuevamente vamos a ser un país próspero y democrático, donde podamos, como antes, vivir como hermanos en paz, sin odio ni rencores.

Te extraño, te quiero y te respeto y comparto contigo que lo más grande en el mundo es el amor de madre, el amor de familia, el amor a todo lo que nos rodea y ese amor y calor inseparable de la esposa amada.

Caracas, 19 de abril de 2016.

 

Muchos pueblos les ha tocado sufrir grandes crisis y malas administraciones... A pesar de los esfuerzos que hacen por querer hacer un bien a todos, terminan empobreciendo a la mayoría. Saludos

 

Supe de las recientes inundaciones. Han pasado de una sequía a restricción eléctrica y ahora deslaves.
El mundo se ha vuelto loco. Solo falta que algún sociolisto diga que esos diluvios son culpa de los (pocos) aviones yanquis que aún hacen conexión en Venezuela.
Acá en Ecuador ya asomó un torpe diciendo que el reciente terremoto es obra del imperio. Claro que ahora con ese pretexto subirán impuestos y nuevamente se presentarán a reelección a pesar que legalmente no pueden hacerlo.

Así está el mundo, mientras la gente en la calle procura seguir su vida, tratando de espantar estos miles de mosquitos que nos succionan la sangre del bolsillo.

Hay que seguir resistiendo, ningún mal es eterno.

Un abrazo.