Carta de un poeta, director, dramaturgo y actor. David Fernández Rivera.

Nunca quise ser actor. Tampoco podría decir que mi dedicación al teatro llegase de modo accidental o esporádico, todo lo contrario. Si alguna vez decidí subirme a un escenario, fue por la necesidad de compartir algunas de mis principales experiencias, comentarios y abstrapciones.

¿Por qué?

Aunque parezca extraño para muchos, vivimos en una época de máxima urgencia; y no sólo para todas las artes en general, sino también para la grandeza del hombre, ahora sectarizado en una serie de hábitos y costumbres, que no lo llevan más que a convertirse en uno de los muchos adoquines que siguen construyendo el panel plastificado del sistema productivo.

El beneficio de este inmovilismo es excesivamente abstrapto como para que se pueda comprender cómo puede llegar a comprometer a tantos individuos reproduciendo esta filiación en las escuelas y universidades, junto a un propio entorno artístico que ya no responde como la máxima universal de lo que somos.

Tenemos miedo...

Quise buscar nuestra raíz en la poesía. Allí encontre mucho, pero muy pocas oportunidades de encuentro como para compartir algo que se hacía con una férrea voluntad social. Lo que había encontrado era sumamente valioso, y luché por ello hasta percatarme de que una de las pocas posibilidades de llegar al gran público sería materializándola y haciéndola palpable sobre un escenario, sobre el campo o cercando los escombros del costillar urbano.

Y así quise mostrar cómo abrir los ojos cerrados en nuestra propia mirada, para dar una nueva perspectiva del daño que recibimos, mientras seguimos sepultando inconscientemente la naturaleza con el peso de las avenidas.

No creo pues que en ningún momento existiese voluntad alguna de hacer teatro, sino la de hacer esculturas tangibles sobre la poesía que nos aguarda bajo de las líneas escénicas. No considero que haya innovado absolutamente nada en el campo de las artes escénicas. Y si alguna vez pude haberme situado sobre las líneas de vanguardia, lo he hecho siempre sobre una hoja de papel o en la intensidad de una mirada real.

A mí al menos me ha servido para entenderme y poder crecer dentro del aprendizaje de un poeta en las artes escénicas, ojalá puedan disfrutar tanto como yo de la oportunidad de descubrirse a través de la voluntad inexorable de hacer algo auténtico y que me represente en su totalidad.


David Fernández Rivera