Carta sin importancia que nunca recibiras

Te respondería, pero uno de los dos debe ser obediente, por tanto, este mensaje que nunca recibirás, será mi testimonio de obediencia porque, aunque podría decirte muchas cosas que están pasándome, prefiero borrar esta misiva sin que sepas todo lo que dice.

El día del confrontamiento, temblaba entera pensando qué podía pasar y entiendo que para tí fue algo incómodo puesto que no era la primera vez que estabas en el sillón de los acusados.

Fue doloroso el ver como una y otra vez negabas todo lo que para mí fue tan hermoso, mágico y genial. Tenía tanto dolor que no quería siquiera mirarte y le pedí a Dios que atara cualquier sombra de resentimiento para contigo y que terminara en ti el propósito que tenía para tu vida, comprendí que para mí el trabajo se había acabado, ayude cuanto pude y punto, lo que yo sintiera no era importante, solo quedaba devolverme lo que me debías.

Reconozco mi necedad porque sabiendo lo que era correcto me deje llevar y creí ciegamente en todo lo que me decías, pero una vez corrido el velo pude entender que jamás me quisiste porque nunca tuve lugar en tu vida, me hiciste testigo de todos tus tiempos en compensación a lo que te había ayudado, sentías el compromiso de compensarme con tu tiempo así yo quedaba tranquila y en definitiva me vendiste una ilusión, algo para tenerme contenta y para que yo pensara que para ti yo era importante, pensaste que yo te estaba comprando cuando solo quería ayudarte, potenciarte, empoderarte.

Perdóname, entendí mal el mensaje y te confundí

De todos modos, ya no importa.