Cartas amarillas.

Frágil hoja
a merced del viento
presta a desaparecer
llevando mi aliento.

Repisa en la noche
cartas de amor
cartas amarillas.

Cuantos duelos perdidos
para una boca muda
sin grito.

Hoja seca, ocre y tiesa
entre piedras pulidas y bellas.

Un anillo en mis dedos
oro y plata en mis ojos
ciegos y correderos.

Como el aire al viento su aposento,
satisfecho en su fulgor
y tú no estás.

 

¿ Dónde estará esa moza ?
Quizá, regando la huerta, con una manguera.
Tal vez esté sembrando tomates o papas...
Hay que salir a su encuentro.
Y rescatarla de sus labores cotidianas, para enseñarle a no hacer nada.
Y que ella reine, en tu casa, y se apodere de todos tus libros.
Porque así, comprendes que la distancia era lo más bonito que podía pasaros.

 

Que inspirador poema, ojalá esas cartas lleguen a la musa inspiradora de tan bello fulgor, grato leerte poema, besos y kikos

 

No tengo libros y soy inculto de la vida. No me enseñaron a caminar con un totem en mi cabeza. Por cierto el día que lo intenté, se me cayeron al suelo, o fué calleron. Hicieron bastante ruido, eso sí. Abrazos catalanes a la Granada de mi alma.