Cerro de Caras

CERRO DE CARAS

Seres que olvidaron ser gigantes
se quedaron sentados observando
los distintos ánimos del mar
y los diferentes e incomprensibles
disfraces del horizonte encantado.

Se olvidaron de todo:
De sonreír,
de los números y las palabras,
de sus propios nombres,
de dónde venían y hacia dónde iban,
de las fotos en sus billeteras,
del porqué de su tristeza,
de la tristeza misma
y cualquier otro sentimiento.

Olvidaron de inmediato
cómo transcurren los amaneceres,
las matutinas jornadas de pan en la playa,
los mediodía de mariscos consumados
en el gourmet de la brisa,
la esperanza de las estrellas por las noches,
toda esa ruleta de colores del día,
la suma del viento golpeando la cresta de las olas,
las estaciones que se cuelan de los bolsillos del tiempo…

Así pasaron los siglos entre ocasos distintos,
dibujando garabatos en la arena sin recordar alguna forma:
un circulo dentro de un cuadrado
o simplemente esquizofrenias líneas.
Y ni siquiera soñaban
o anhelaban ser gigantes cuerdos
como los demás.
No se sabe si les dijeron locos,
héroes, o ambas cosas
al mismo tiempo.

No sólo sus mentes
cerraron las puertas y ventanas
después de ser deshabitadas,
sino también sus cuerpos olvidaron
de ser hueso, carne, pellejo,
nervios y espinas,
órganos azules y siniestros,
cavidades confortables e inseguras,
multiacuosidad en todas las vertientes,
abismos y entrañas,
hasta las mismas heces
olvidaron todo…

Sus pies y manos
adulados por las dunas,
olvidaron sus funciones vitales.
Sus corazones desistieron de ser tambores.
La respiración, el viento interior,
la maratón de la sangre,
todo movimiento y ritmo,
cesó.

Exactamente no se sabe si ya han muerto,
si han tenido alma,
si el alma recuerda serlo,
si les pesan los parpados,
si ya se acostumbraron a la idea
de ser santuarios para los chamanes…

Ya con el tiempo:
La columna vertebral se convirtió
en camino hacia la cima,
sus frentes fueron pobladas por gaviotas,
pelícanos y gallinazos de otros mundos
que discutían mucho o celebraban fiestas,
es muy común ver caer heridas o ebrias aves
hasta los dedos que ahora son enormes rocas deformes
donde se cortejan los invisibles jejenes.

Ahora otra vez el ocaso
cruza sus nacáreas roca-caras.
Las aves se estarán acurrucando
en algún coralino sueño
y la luna esperará ser fotografiada
sobre la sien del Cerro de Caras,
a la medianoche.

 

Me recordó mucho la obra de Benedetti “La tregua”. A veces la vida te envuelve en una cotidianeidad que no sales de ella y terminas siendo anónimo entre la masa… Este me gustó mucho.

 

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Creo que olvidan de inmediato
cómo transcurren los amaneceres,
las matutinas jornadas de pan en la playa,
los mediodía de mariscos consumados
en el gourmet de la brisa,
la esperanza de las estrellas por las noches,
toda esa ruleta de colores del día,
la suma del viento y la brisa,
las estaciones que se cuelan de los bolsillos del tiempo…

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Hay seres que se olvidan de vivir y - en efecto- van constituyendo una cordillera de rostros desvalidos e inertes.

Preciosas imágenes, sesito.

Estrellas y cariños porteños.

 

Maravillosa obra Seso. Me ha encantado.

Un abrazo.

 

puess muchas por el comentario y pasar el tiempo en mi obraaa



paz

 

El verso,
es la flor de la primavera
en nuestros labios.

Un verdadero honor leerte en esta majestuosa composición, que detallan en gran despliegue en la belleza de tus versos, la grandeza de tu alma.

 

muchas gracias Ciela por tu comentario y por pasar por mis letras... un gusto que te haya gustado


saludos


paz

 

PUESS MUCHAS GRACIAS POR TU COMENTARIOOOOO POR PASAR UN RATITO POR MIS CERROS

SALUDOS

GRACIAS

 

muchas gracias por comentarme por pasar tu tiempo por aqui

gracias


paz

 

Y nos ..olvidamos...y no sabemos...y sólo somos eso...cerros de caras
¡bellísimo!
saludos Margot

 

muchas gracias por leerme y comentarme por pasar un rato placentero por estos cerros que miran al mar


un gusto