Cielo catártico apiádate de mi ominoso ser...

La vida ya no suena a violín.
Sé que las palabras cambian, para no seguir tropezando en un nulo corazón.
Sé que si el viento se torna alterado, es porque el respiro en el vacío se alarga,
por rosas encadenadas de nostalgia que cargan la dulce cruz de amar.

Y aún vagas en tu adiós, porque te deslizas en mi piel, te vuelcas en mis poemas,
respiras en mis heridas y te ahogas en la bifurcación de mi mente.

Ven atraviesa la armonía de mi tristeza.
Ven y llama a su muerte.
Ven, pero vertiendo notas negras de amor… Aquellas que encerraste, pero que no olvidaste.

Siente mis latidos quienes exclaman a tu piel,
Dicen que no olvides el origen de tus cicatrices
Solo míralas, escúchalas, susurran haber ardido en su vehemente fuego,
que fueron víctimas de la tímida locura que encierra mi desvalido corazón.

Blancas tormentas de pragmatismo que desechaste
y hoy caen en tus expresiones, que ligeramente te encarcelan.

Cielo catártico apiádate de mi ominoso ser
Té para el alma, para el que vitupera mis deseos,
para el que los intoxica de sed,

Gélido atardecer teje el borde del mar
con las pestañas que olvidaste en los combates de honor.

Esparce las precipitaciones de mi disonante vivir.
Y corta las impetuosas arterias que unen mis tropiezos con el silencio de tu llanto,
tus cuerdas con mis venas,
tu partitura con mi historia, tu mirada con mi adiós,
Y mis noches con el aullido de tu sudor, cansado,
trenzando tus días para mí.​

 

Es un gran poema, maravilla de letras excepcionales.

 

Desborde de nostalgia, nos dejas en esta magnífica obra, realmente me sumergí en cada verso y me anudó el alma. No me dejan darte reputación, pero te dejo un universo de estrellas. Te felicito. Saludos.

 

Atrapante escrito que sumerge y envuelve en un mar de poesía magnifica, me ha encantado, saludos.