Claramente se nota que te amo..

Claramente se nota que te amo…

Claramente se nota que te amo, desde mis principios de amorío, desde pequeño te amo, nos amamos, nos recordamos.
Con escalofrío, en una mirada cesante naces tu, olvidando que te amo y recordando que no estas.
¡OH desesperado esperar! Has que vuelva lo mas pronto posible y si place que nunca se vaya. Y como al principio nos amamos, ya, ahora yo, solo yo, sublime, te sigo amando aunque me recuerdas todavía cuando te bese el sexo en el medio día.
Nos dormíamos perdidos con tu mano en mi sexo y mi mano en tu espalda, amanecíamos, muertos, tiesos de amor, abríamos las bocas al son de nuestros besos, nos habituábamos a veces, a maltratarnos en la mañana con casuales cortejos matinales, cuando nos penetrábamos en la luz del alba. Te fuiste alejando, como las golondrinas y las ratas, te esparciste de mi cuerpo rojo y velludo, te escapastes de la bóveda del amor donde tantas veces le lloramos a tu dolor uterino. Y como al principio nos amamos, ya, ahora yo, solo yo, sublime, te sigo amando aunque me recuerdas todavía cuando te bese el sexo en el medio día.

Nadábamos en un lodazal fragante lleno de gusanos con ojos amorosos, que te cortaban el cabello y las uñas, te adornaban de almíbar en que yo después lamia. nos cocíamos y descosíamos con los dientes, nuestra piel, nos lavamos uno a uno, nuestras partes con el codo y la lengua, creyéndonos invencibles y perpetuos en el cenagal de la fruición Y como al principio nos amamos, ya, ahora yo, solo yo, sublime, te sigo amando aunque me recuerdas todavía cuando te bese el sexo en el medio día.

Te juraría que te ame tantas veces, que no podría amar a otro cuerpo ya que me acostumbre al tuyo: tus pechos elípticos encajaban cegadamente a mi cuello, tu sexo dormía en mi vientre con contracciones triviales y tu suave mentón lloraba en mi frente lustrado de sudor salado.
En las plegarias del amor, irrumpiste mi cuerpo con tu aroma bárbaro y tus nalgas de piel de escarabajo egipcio, con tu lunar (¡píldora de petróleo!)En la espalda y tus pies, los hilos de sol, de una piel recién brotada.
Pero aquí, yo solo, ya no vale de que me recuerdes con mi rostro entre tu vientre riñéndomelo en pleno sol del meridiano, mientras tu besas la vergüenza de otro y yo sigo la mía en un peregrinaje con mi mano.

 

profundos caminos de emociones, entrelazandose entre lo triste, lo bello y emocionante.
Tu Estilo diferente, atrevido y cargado con tu pasion.

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Muchas gracias.