Claro oscuro

Los hombres nunca lloran dejaba muy en claro una película que por casualidad se topó esa tarde gris.
La ayuda torpemente se deshizo en manos amigas, jerarquizando prioridades según los beneficios. Desamparando cualquier acto honesto que heroicamente, posa para las noticias.
Las lágrimas no retornan, nacen y transforman para siempre a su creador, alertando en cada acto hasta socavar tan cotidianamente su tinte opaco, que levemente y con paciencia contagia cualquier entorno que se mezcla con un veneno antiguo de pasados que estuvieron expandiéndose eternamente en un gris pálido invisible.
Esparcido inconscientemente por un instinto mezquino, que se impone distraído buscando siempre un vuelto que deja la balanza siempre del lado equivocado.

MHB.