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Claudia danza segura

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Lirae, 10 de Marzo de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 452

  1. Lirae

    Lirae Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hace tiempo que mis conversaciones con Claudia son cortas y escuetas, nuestros encuentros son pocos, nos vemos al pasar, cuando corro cerca de la casa y ella da sus paseos, nos rozamos los dedos en señal de que aun seguimos juntas y en pie, pero a penas cruzamos un par de palabras…
    Cuando paso a su lado, me siento pesada, cargada, como si en mis pies llevara plomo , mas ella, es ligera como una pluma, pero lo curioso es que ella siempre camina segura, pegada al suelo, aun con todas esas especies de locuras que me narra, y yo, yo siempre camino en un desequilibrio que aunque aparentemente es cuerdo, me mantiene presa de los desacuerdos que no consigo reconciliar con este mundo.
    Hoy me he decido a esperarle fuera de la puerta de la casa, no quería encontrarme con nadie mas, ni siquiera con Aitor, no deseaba que me viese con este aspecto desastroso que tengo últimamente…
    Ella se ha acercado con esa suavidad que la caracteriza, a pesar de la brutalidad de sus caminos...nos hemos tomado de las manos, nos hemos dado un abrazo largo y nos hemos vuelto a respirar la una a la otra...Mi amiga querida, mi amiga del alma, mi siempre compañera, mi hermana, mi alma…
    Nos sentamos bajo mi apreciado sauce que siempre nos cubre con sus hojas de agua, nos silencia al mundo con sus gemidos tiernos, y nos mece con tanta pasión y elegancia que, aun el viento siente celos de su baile…
    Me parece ver que algo ha cambiado en Claudia, es como si ella, por fin se sintiera del todo segura, sin temores, y cuando termina su relato, llego a entender porqué…

    Ella adivina mis pensamientos y me dice: ¡Sabes cuál es tu problema? Que necesitas tacto para confiar...Y yo por experiencia te aconsejo, olvida el tacto, olvida la piel, vuelve a tus principios, a amar y creer al invisible, al amigo, al amor, a la vida. El amigo que podía palpar un día me vendió, me condenó, me arrancó la esperanza...Y solo él, el que me hablaba en susurros me devolvió la dignidad.

    Salí de casa como tantos días, en esta libertad atada que Doyle me permite y que yo aprovecho al máximo. La calle estaba mas gris de lo normal, todo era gris, hasta los arboles. Al respirar, sentía que mis pulmones se llenaban de esa tierra gris, y me convertí en un ser gris...Andaba como siempre descalza, es mi única satisfacción como sabes, sentir el suelo desnudo bajo mis pies aunque a veces me hiera, me hace sentir viva, me hace sentir libre y sobre todo , me mantiene en esa sensación de rebeldía que forma parte de mi carácter.
    Decidí que sería una tarde tranquila, que cogería flores grises y se las llevaría a Pablo y ver si podía hacer algo con ellas, al fin, ellas no tenían culpa de haber nacido grises...Pero en el camino me encontré con mi amistad, nos saludamos con tanta cordialidad como siempre, le conté mis planes y me invitó a que tomase otro camino, que de seguro seria mas fructífero para mi , la verdad cuando vi el camino, no me apetecía pero como apreciaba mucho a mi amigo le escuché...dejé mis flores sobre una piedra y entré en aquella especie de laberinto que él me mostró...Mientras caminaba siempre en bajada por allí, comenzaron a pasar por mi lado distintos animales, zorros, coyotes, lobos, hienas, perros salvajes, ellos al pasar por mi lado, me miraban y me rozaban con su piel, pero no me lastimaban, aunque sus ojos destilaban sangre, y sus fauces daban miedo...Pude acariciar a algunos y pude reconocer sus colores originales y los encontré tan hermosos…
    Aquel camino estaba compuesto como por habitaciones de paredes rotas, algunas tan tenebrosas como la noche, solo eran iluminadas por los ojos brillantes de aquellos animales. No encontraba la salida, ni siquiera la del pensamiento del porqué mi amigo me había enviado por aquel camino ...pero era mi amigo, nada malo podía estar pasando...Decidí seguir a los animales para intentar encontrar la salida...Cuando casi les alancé, aun de lejos pude ver que los animales eran maltratados por no haberme devorado, fue desconcertante para mi, ¡mi amigo me había condenado! ¿Por qué?

    Intenté olvidar, y dejarlo solo en una anécdota macabra, quizá mi pensamiento me había engañado, quizá solo fue sugestión, quizá estaba cansada...quizá…
    Decidí volver a recoger flores, esta vez ya tenían el color de la primavera, olían a cielo, sabían a vida, valía la pena olvidar y seguir adelante…
    Encontré de nuevo a mi amistad en el camino, le regalé una de las flores, le aseguré con una sonrisa que durarían media vida, que eran especiales porque nacían en un lugar donde todo moría, pero a ellas, las alimentaba la esperanza...Le comenté que las llevaría a los hospitales, para poner un poco de alegría en las almas grises y un poco de color en sus lechos blancos…
    Empezaré por la leprosería le dije, creo que es el lugar más idóneo para que entre alegría, esperanza, frescura y amor...Me aplaudió por mi decisión, pero me aconsejó que primero pasará por otra edificio que estaba contiguo al lazareto, a mi no me agradó la idea, pues de lejos había visto un niño en la puerta del sanatorio, al que le faltaban los dientes y me había cautivado el corazón. Los colores de su ropa aunque envejecida, eran alegres, y destacaban sobre su piel morena y su pelo negro y brillante. Imaginé que querría llevarle flores a su mamá y yo estaba desesperada por llegar donde él y ofrecérselas...pero apreciaba demasiado a mi amigo, y pensé que por solo unos minutos no le haría un desaire, y una vez mas, hice lo que me dijo…
    Entre en aquel edificio gris y mohoso al que me invitó a entrar, yo sola, por supuesto, y comprobé que solo había tumbas...y que estas me cerraban todas las salidas...no lloré, no grité, no lamenté y mucho menos maldije...decidí en mis últimos momentos regalar mis flores a aquellas tumbas sin vida . Me acosté sobre una de aquellas lapidas, intentando imaginar en por qué mi amigo había vuelto a condenarme…
    Fue el niño sin dientes, quien no se como me encontró, me tomó de la mano y me sacó de allí…
    Ya no me dolía nada, solo el cariño había sido maltratado y este siempre se renueva...Así que seguí dando mi paseo, intentando hacer algo útil en él.

    Escuché como un estruendo, pero de muchas voces, gente que gritaba, que reía, que cantaba y aunque me dan miedo las aglomeraciones de humanos, me acerqué hasta ellos, llegué hasta un pequeño muelle ...Y vi aterrorizada como sacaban a enormes animales del mar , eran orcas, preciosas, brillantes, que se desangraban y la gente lo aplaudía. Me pregunté si de veras estaba despierta o aquello solo era un sueño macabro de sangre...corrí entre la gente pero como en cámara lenta, no se, me costaba llegar...y encontré a mi amigo que esta vez me pareció de veras tan desolado como yo….Le dije que había que parar aquello, que podríamos hacer una cadena y proteger a aquellos pobres animales. Me animó a hacerlo, ve delante me dijo….
    Cuando llegué allí, al ponerme delante de uno de aquellos animales, este cubrió parte de mi cuerpo, dejándome inmóvil...Yo apenas podía respirar, miraba a los ojos al animal y este lloraba por no poder hacer nada por mi...yo le devolví su gesto con una caricia prolongada en su piel tan suave ...Mi amigo estaba observando desde las gradas, como si de un circo romano se tratara. Una vez más me condenó, y yo seguí preguntándome, por qué…

    Entre la orca y yo intentábamos liberarme, pero nada se podía hacer…
    De pronto cambiaron los sonidos. Comenzó a llorar el mar, lloró el cielo lloró el bosque, lloró la montaña. Cayó tanta agua que arrastró a los animales hasta el mar otra vez...Yo corrí a refugiarme en una especie de cueva que descubrí mientras estaba bajo el animal, estaba debajo de las gradas donde la gente gozaba del espectáculo...me metí allí mientras los ríos de agua volvían al mar…
    Había calor en aquella cueva, sentí el aliento de un lobo tras de mi, que abriendo sus ojos gruño cuando me vio en su hábitat. Él me miró, me olfateo, se dio la vuelta se recostó y siguió durmiendo.

    Suspiré de alivió y desee volver a casa por primera vez...pero de pronto empezó a granizar, caían del cielo pequeños copos de leche, en forma de perlas, tan brillantes que llenaron de luz la cueva. Escuché a la gente disfrutar del espectáculo, recoger y comer aquellos trocitos de hielo. Yo también me alegré, tanto que cuando la gente se fue a sus casas, salí de la cueva y mientras las bolitas caían sobre mi, yo danzaba sobre ellas...Hacia frío , pero no importaba, era la sensación mas agradable que había tenido en mucho tiempo y la había elegido yo…
    A lo lejos pude ver como alguien se acercaba, y cuando deje de danzar y miré era mi otro amigo, el invisible, el verdadero, el que nunca veo pero siempre siento, con el que hablo aunque no escucho con voz audible. ¡No me lo podía creer, allí estaba mi ángel…!
    Me estregaba los ojos por ver si no dormía. Pero no, no era un sueño...Él se acercó hasta mi, y como era su costumbre beso mis labios.
    Yo le conté lo maravillada que estaba con aquel paisaje...¡Has visto! ¡Has visto que maravilla! ¡ Lo has hecho tú! ¡ Eres tú el autor verdad! ¡Me hace tan feliz verle!
    Tomé un puñado de aquellas bolitas de granizo blanco y el las recogió de mi mano. Y las convirtió en piedras...Las piedras eran tan feas que yo le miré con los ojos llenos de lagrimas y le reproché de porqué no había algo hermoso para mi...Él no dijo nada hasta que puso las piedrecitas en mi mano...”Mi amor, el hielo se derrite, estas piedras nunca lo harán” ¡Ellas te recordaran siempre que yo soy real, que mis palabras son para siempre, que siempre estoy contigo y que cada promesa que te he hecho es verdadera…!
    Y yo, yo lloré mas aun...¡Nunca he visto un ser mas hermoso, lo juro!

    Me volví a casa con mi especie de camisón blanco impoluto, con mi pelo brillante y por supuesto descalza, eso si…
    Agarrando fuertemente las piedrecitas que mi ángel me había regalado como si en ello me fuera la vida…
    Quise tener siempre las piedrecitas delante mio, y a cada una le busque una utilidad y a cada una les puse un nombre…
    A una la cosí en mi almohada y la llamé Fe. Cada noche me abrazaba a ella y me sentía segura.
    A otra la colgué con un hilito de plata, en la ventana que daba al cielo azul, la llamé Esperanza.
    A otra la colgué con una cadena del dintel de la puerta de mi habitación, a está la llamé Libertad.
    A otra, la colgué del techo de una pequeña salita donde nos reuníamos en la casa para escuchar a Aitor tocar su violín y narrar su poemas, a esta, la llame Ilusión.
    A otra la saque afuera , al jardín, y la coloqué al lado de una pequeña fuente que con su sonido de agua me calmaba tantas veces, a esta la llame Paz.
    Y a la última, a esta la engarcé de oro y me la colgué en el corazón. A esta la llame Eternidad, como eterno es el amor que siento por el nombre de quien causa el amor.

    PD. Cuando hablo de “un amigo” no me refiero a una persona en particular…Cuando hablo del amigo verdadero, si me refiero a una persona en particular. Amigos como el primero hay muchos, como el segundo solo uno...

    SHA
     
    #1

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