Claudia y él...

Que bien me siento cuando me visitas amiga...tenia tantas ganas de encontrarme contigo en nuestro especial anexo, que en mi última salida, creí verte entre las sombras de mi sueño.
Pero no fue así. Tú siempre yaces en tu descanso, mientras yo deambulo, por esas calles húmedas de la razón perdida.
Después de varios días de pensar en ello, te comparto esta historia que dos veces he vivido...Son los mismos personajes los que han estado conmigo, con el mismo sentimiento, con el mismo cariz y el mismo temor o desencanto, no se….No quería dejarles atrás, más él, el ángel que me acompaña, los ha querido apartar de mi…
Estoy amiga en un gran salón, como si fuera a grabar allí escenas de mi vida...No hay paredes, más es una casa completa. Conmigo están esas dos mujeres que se parecen tanto a mi. Una es mas joven que yo, la otra mayor que yo...Es curioso pero nuestro pelo es igual, sólo nos hace diferentes las marcas de nuestro rostro...me gusta no obstante ser la del medio, sin principio, como la joven, sin final, como la mayor.
Pero hay alguien amiga que me produce algo de inquietud, sólo a mi, a mis compañeras parece no importunarles , es un hombre grande, extremadamente grande.
De pronto, en un instante pasa como una pagina de cortina y veo que mis compañeras caen como muertas, mas sin violencia, ni sangre, ni gritos...ocurre lo mismo con el hombre grande. Y veo a alguien que reconozco, ( El rostro es el de Aitor amiga mía) cargarle en sus espaldas, y llevarme fuera de la casa...Él insiste en que esté tranquila, que todo ira bien, mas despierto con el temor de que también a mi , me deje en esa palidez que parece la muerte.
Mas no es así, el protegerme, le lleva como a una cuerda locura, donde se mueve con rapidez, con movimientos certeros y con una fuerza que no la hallo en un ser humano normal, a no ser que esté sobre cargado de amor.
Vuelvo a dormir, y para que no olvide, él, me vuelve a despertar en mis sueños y vuelvo a verle, en otra casa, con muchas escaleras, más oscura, y con la misma compañía, aquellas dos mujeres tan iguales a mi, y el hombre grande que me produce temor...Mas él, vuelve a dejarles como en un estado de muerte sin violencia. Esta vez, aquel rostro que reconocí, ha cambiado de ropas, Ya no tiene ropas normales, de hombre normal, ahora son negras, lo que le confieren más fuerza y realza más su rostro, sigue siendo el mismo…
Y vuelve a sacarme de aquella casa amiga mía...
Una vez, me saca de allí, me insta a bajar corriendo las escaleras, cientos de escaleras, en esa noche inmensamente oscura, donde sólo distingo las ramas verdes de algunos arboles. El temor me hace mirar hacia atrás, mas él, cada vez que miro , me repite sin voz, mas brotando de sus labios, ¡Tranquila, nada te ocurrirá! ¡Sigue adelante, nada pasará!
Y así vez tras vez, corro y corro y no dejo de ver su rostro...Un rostro que siempre me inspira seguridad, tranquilidad y ternura. Y él, sigue aprisionando aquella puerta para que yo pueda huir…

De sus labios se escapa un gemido que yo descifro y me une a él en esta arteria que es la vida, ¡Amada mía, triunfo lo que no puede morir ni morirá!
Supongo amiga que, mi pasado y mi futuro quedaron atrapados, en aquella casa y que sólo me resta vivir mi presente.
¿Podré hacerlo? ¿Seré lo suficientemente fuerte?

Mi querida Claudia, aunque hoy he estado contigo y hemos podido compartir como siempre tus historias y tus guerras, se me hizo inoportuno hacerte callar para contar lo que vi y sentí cuando iba hacia la casa. Fue extraño el momento, en que cruce a la otra parte del pueblo, de pronto, vi como las nubes cubrían todo, y la vegetación, a pesar de la humedad, estaba seca, amarilla, como quemada por el sol, o mas bien por la desgana de una tierra que se muere.
Entré otra vez, en ese sueño tuyo, en ese anexo de tu vida que tengo el placer, el privilegio de compartir…
Tu última historia, ha hecho de mi alma un lago, un torrente de vida que se derrama en esperanza, y me insta a caminar junto a ti. A correr junto a ti...
Gracias Claudia, por atraerme hacia esa tierra tuya, que me hace escapar de una realidad, para sumergirme en otra, en la tuya, en la nuestra, donde somos libres, donde mano humana no nos toca.

SHA.

 

Uno quisiera recorrer todos los rincones del sueño, para desterrar miedos, para mirar debajo de las camas y en los armarios descubriendo que no hay monstruos dentro. Monstruos del ayer o monstruos del mañana, que el ayer no volverá y mañana será hoy cuando llegue, cuando toque vivirlo, cuando se asome a la ventana.
Fíate de Claudia: es sabia...
Mi enhorabuena por el clima que has dado a tus relatos. Un abrazo. Luis.

 

Procuro escucharle con atención...Aunque a veces me deja en cierta incertidumbre esa casa donde vive, tan llena de rejas. tan imposible de traspasar, mas sin embargo ella siempre encuentra una grieta por donde salir y vivir todas estas cosas que luego me relata...
Y si, si me fío, ella siempre quiere enseñarme a andar...
Gracias por tu comentario, también encuentro en él, mucha enseñanza...
Un abrazo, Luis.
Sandra...