Códices

CÓDICES
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No sabía que tu torso era pasto del vello que grita, gloria vencida y exonerada,

como un baremo, un catálogo de respaldos.

Hay un duende danzando en mi cocina, liberado ya de la magia inservible, de la ilusión funesta de arrimarse a mi oído, para escuchar silencios.

Hipnosis fue, quizá la extrapolación de mis sueños, me salen cuevas de la faringe.

La simbiosis del simbolismo y la simiente me hizo nacer de untarte, o ungido contigo.

No eres agua bendita, pero en una pileta no caben tus bautismos, ni mi espejo refleja la sed de tus labios, de mi sangre.

Acallan el misterio, a la vez que se envainan los recuerdos.

Y esgrimo mi deseo y lo arqueo y lo combo por tu lucha cansada, allí, entre tus muslos, donde acampa el tiempo su armisticio,

donde un grial dormido

y colmado de manos

eterniza la luna,

noche diurna del fuego

que no quema ni es luz,

solo un nenúfar

en el agua que refleja

el gesto de tu piel.
​

Y por tu piel navego,

camino sobre el mar de tus poros y orificios,

y sorteo mi alma con la tuya,

con tu gloria vencida.
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Me ha gustado amigo Ricardo, como siempre tus imágenes bellas y sugerentes y tu certera escritura se imponen y me atrapan sin remedio. Abrazote vuela. Paco.

 

Gracias miles por todo, Paco!
Gracias por brindarme este maravilloso comentario y compartir el sentimiento de mis versos!
Te mando un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones!

 

Muy buen trabajo, me a gustado su poema.
Un placer disfrutar de esta inspiración.
Un abrazo fraterno.

 

Muchísimas gracias por tus palabras y tu presencia en estos versos!
Gracias miles!
Te mando un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones!