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coincidencia

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Caín666, 10 de Junio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 447

  1. Caín666

    Caín666 Poeta recién llegado

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    13 de Febrero de 2009
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    El carácter superior es el más irracional…sucumbe, a sus instintos, y en los mejores momentos de su existencia su razón hace una pausa. Un animal que defiende a sus crías con riesgo de su vida, o el macho que en el celo sigue a la hembra hasta la muerte… le acontece al hombre generoso y noble. Experimenta éste ciertas sensaciones de placer o de repugnancia con tal intensidad que el intelecto tiene que callarse o ponerse al servicio de estas sensaciones. El corazón se le sube al cerebro y entonces se habla de pasión.
    Nietszche

    Yo recordaba las bancas de la universidad como algo prometedor, era el sitio perfecto para ver pasar a las mujeres entusiasmadas en su jeans ajustados y sus blusas pegadas, mientras nosotros divagábamos en cualquier asunto relacionado con drogas o alcohol, o con respecto a las canciones de Silvio Rodríguez, el buen Maradona parecía tener siempre un punto diferente a todo ello, su estancia en la cárcel siempre daba fuerza a sus argumentos, después de todo ninguno más de nosotros había estado en ella. Las carcajadas se escapaban de vez en vez bajo la ocurrencia de alguna palabra que humillaba a quien, como él, trataba de dar un tinte revoltoso a lo que no lo tenía. Nos platico la historia del Unicornio de Silvio con aire de quien tiene un saber superior y oculto, nosotros reímos y comenzamos a hacer de ello varias parodias, no siempre bien recibidas por éste. Fue entonces, en uno de esos días, cuando vi pasar a Sophia, no era una de esas mujeres que pensaba qué ponerse antes de salir de casa, pero me imaginaba que tal vez si era de las que practicaban sus movimientos frente a un espejo, no en vano su profesión, aparecía casi en todas las obras de teatro que se representaron en la escuela Yo la conocí por primera vez en La Casa del Lago de Chapultepec, en esa ocasión ella representaba la obra de la Sirena Varada, se vía hermosa, recuerdo haber escrito “saliste de la realidad arrojada a mis fantasías, qué más puede pedirse de alguien” en un pedazo de papel y dejarlo sobre el escenario a un lado de sus delgados tobillos mientras ella y la compañía daban las gracias al escaso público que soportó niños corriendo de un lado a otro, gente comprando y comiendo garnachas durante la función y la amenaza de lluvia que duró todo el tiempo, aplaudí sin dejar de mirarle mientras me encaminaba hacia la salida, recogió el papel, lo leyó y sin mirarme sonrió, entonces volví a sacar un papel y escribí “Sonreíste no para mí, pero tu sonrisa la hice mía”, no hubo otra reacción de su parte y me marché. Ya en la facultad las cosas eran diferentes, yo me esmeraba por pasar desapercibido y ella aparecía en cualquier oportunidad a la luz pública, rezaba por encontrarme con ella un momento a solas por mera coincidencia en los pasillos o en la biblioteca, pero ni yo era un gran ambulante ni ella una gran lectora, nunca lo forcé, era mi época romántica y esperaba que el destino nos juntara y pudiera reconocer en mí al muchacho que había arrojado palabras a sus pies, líneas que después se convirtieron en un poema, pero no fue así. Acababa de inscribirme en un cursillo poco prometedor acerca de la poesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX que impartiría uno de mis amigos de generaciones anteriores a la mía quien me animaba diciéndome se esperaba poder comenzar una especie de círculo de poetas mexicanos cuyo fin sería la recopilación de algunos poemas de cada uno de los participantes en uno de los cuadernillos de la UNAM, yo realmente no tenía mucho que hacer y acepté además de que me ayudaría a no llegar a casa temprano tenuemente ebrio a soportar los reproches de mi madre; siempre que pasaba yo la seguía hasta que la perdía de vista pero esta vez terminó entrando en el mismo salón a donde tendría que entrar al curso, estuve a punto renunciar pero no podía ser tan pueril, tomé mi carpeta cargada de mis poemas favoritos de Villaurrutia, Sabines y algunos de mi autoría y entré. Siempre guste de entrar tarde, de alguna manera el último en entrar a un lugar cerrado conquista parte del espacio de los demás, me acomodé en uno de los pupitres cuidando quedar un poco de frente a ella, no demasiado, y la recordé como aquel día en el parque, llego Gabriel y comenzó la presentación del itinerario que había trazado para el estudio que nos llevaba ahí, al comienzo eran 12 personas (número necesario para poder hacer este tipo de pseudos seminarios) para la sexta sesión a menos de un mes sólo quedábamos 7 incluyendo a Gabriel, pero debo reconocer que los que se fueron no se extrañaban; después de 2 meses yo decía poco pero aportaba mucho con las diminutas intervenciones que pude tener, para la novena semana Gabriel sugirió leyéramos uno de nuestros poemas, Fernanda leyó un poema que bien pudo habérsele ocurrido a Fernando Delgadillo pero no estaba tan mal, fue el turno de Sophia, se paró frente al grupo y me perdí pensando en su lenguaje corporal hasta que llegó al punto en donde se mencionaba “saliste de la realidad arrojada a mis fantasías, qué más puede pedirse de alguien” todavía no acababa la frase cuando yo la completé en voz alta sin poder controlarlo, ella se quedó callada y se hizo un silencio inmenso en el pequeño salón de clase, me examino, me puse de pie y salí…
     
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