Comiendo de tu mano.

Consideras que soy insensible,
por decir cosas mayoría ve,
si pudiera seria invisible,
y te seguiría donde estés.

Aunque acuda a la biblia,
buscando paz espiritual,
algo en ti me fascina,
y no puedo escapar.

Y me tienes siempre,
comiendo de tu mano,
mi voluntad inerte,
esperando ese llamado.

No podrías clamar,
ser un alma inocente,
puedo ver en tu mirar,
algo decadente estremece.

Tu nombre real es Magdalena,
el credo anhelado ha sido gemir y sentir,
no puedes arrojar la primera piedra,
lo que quiero quieres y será nuestro fin.

Al sentir la fuerza,
con que gravitamos,
dejaras la influencia,
todo deseo a mi mando.

Y estarás entonces,
comiendo de mi mano,
tus labios clamando sin descanso al hombre,
en precioso llanto abandonándote al encanto.

Comiendo de mi palma,
el aprendiz supera al maestro,
suplicando por esa llamada,
devorándote dentro en silencio.

 

Yo conozco también, a una preciosa y digna Magdalena.
Hablamos, algunas mañanas, en su panadería y pastelería.
Es de piel morena, y habla al respecto de la bollería industrial, y la bollería artesanal.
La segunda de ambas, es respetuosa, con el medio-ambiente corporal.
O sea, si tú fueras un paisaje, te convendría comer bien.