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Como un mártir

Tema en 'Poemas sociopolíticos y humanitarios' comenzado por carlos lopez dzur, 29 de Abril de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 995

  1. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    25 de Febrero de 2008
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    A Sebastián de Narbona, asaeteado en Roma


    «Las técnicas de la anatomopolítica y el biopoder se concentran en el poder del sexo como mecanismo de producción disciplinal del cuerpo y las regulaciones de poblaciones, así ya la vida está completamente invadida y gestionada por el poder... Lo inédito y sorprendente es que lo biológico se refleja en lo político. Los humanos, en función del poder que los rige, se juegan la vida en la política»: Michel Foucault



    Te escrutaron el cuerpo, Sebastián.
    Pusieron las miradas fieras y salaces
    a lamerlo. Te hurgaron tu santa anatomía:
    eras un ser-de-sal y luz en la Tierra.

    Con manos represivas tomaron control
    de lo tuyo. Tenías vida todavía,
    y urgieron: «Sé soldado. Obedece. Calma».

    Otros te predicaron la abstinencia
    que ellos, tus rivales gratuitos, no desean
    (no, para sí); prefieren tu salud, eficiencia
    de huesos. Arcadicus juvenis del Estado.

    Te dijeron «ríndete», pero antes al Imperio
    dirás todo lo que sabes (ha de ser poco, no importa)
    y darás todo lo que puedas; el tapanario, si lo piden.
    Sin la estrategia de una vida poderosa,
    «ni vives tú ni vivimos nosotros».

    «No administres el biopoder en secreto
    (ni interpongas las catacumbas a tu obediencia
    por impredictibilidad de tu conducta).
    Maximino peticiona: regularidad causal
    que a todo explique, incuyéndote
    como pieza necesaria».

    Invocaron los Enemigos de Roma
    para procesarte y sospechar
    que hablas demasiado y andas de tragaleguas
    y visitas enfermos, das limosnas y practicas ayunos.
    Tú no participas en sacrificios idolátricos.

    Desde antes se te espiaría. Tú sin saberlo.
    Exigieron que se informe dónde vas,
    que se dijera con quién dialogas tus placeres
    o tus penas. Orejas pegadas a paredes,
    ojos asomados a los muros, se interesaron por tí.

    ... aunque maldigas al Estado Vigilante,
    la seguridad biopotentada lo exijió en su momento.
    Tú eres imprescindible (no todos son héroes,
    Sebastián, no todos). Tú eres uno.
    Eres de la Guardia Pretoriana.
    Eres un capitán.
    Tú familia es prestigio del aparato
    de la eficiencia militar y la nobleza.

    Construye, multiplica y distribuye
    lo que tengas en las sombras, lo oculto,
    y que nos sea conveniente. En tí hay
    las utilidades y el prospecto; dínos lo que sepas.
    Serán la sal del erario y la luz de tu honra.

    Te necesitamos; en tu juventud está
    tu paraíso. Sin esfuerzo podrías
    lograr muchos favores del amo; pero...
    te pasas de listo, buscando el poder
    sobre la muerte, nos quitaste
    el poder sobre tu vida: te informan.

    Y no reaccionas. En verdades de Jerusalén
    pusíste tu fe; en Atena-Roma, la erinia
    que castiga a criminales, tu duro juicio
    y el amargo proyecto que se trajo
    del Monte de Cafernaúm.


    2.


    Ahora ya es tarde: muerto no sirves;
    pero vivo eres peligroso. Aquel que no entendió
    tus palabras y que negaras autoridad al Imperio,
    poder al César, te declaró la guerra.

    En el imperio, el inútil que no coma.
    Al esclavo ocioso que no se lo compense
    con limosnas; el enfermo que se apresure
    al paso de la Muerte, tragafiel venenosa.

    Dijo el Emperador: «Ya no se necesitará
    más de tus consuelos, criticas el odio
    y el oficio del soldado, quieres dar la paz
    al enemigo; pero no se puede servir
    ley y delito juntamente, ¿o Roma o Israel,
    o Atenas o Jerusalén? No, en balde:
    Van a cerrar tu boca para siempre».


    3.


    «El poder no puede ser localizado en una institución o el Estado. El poder es sólo una relación y, en cuanto está en todas partes, el sujeto está atravesado por relaciones de poder»: M. Foucault



    En una tarde de niebla meona desfilaron
    ante tí los amigos del poder. Están en todas partes
    y al poder dieron encomio. Contradijíste: el poder está
    en mí y en el Dios Invisible y en el Cristo humano.

    «El que no corre vuela», dijeron. Se burlaron.
    Ya no tendrás un salario ni ascenso. Ni honras.
    Después que abran tu pecho con saetas,
    buscarán una cloaca pestilente y echarán tus restos.

    Tu sangre brotará como del río del odio
    que envenena como Styx al que bebe sus aguas.
    Ahora murmuran: «vox et praeterea nil»,
    voz y nada más. Has muerto solo:
    «nemo proximus aut secundus».

    Creen en teorías conspiratorias. Hoy eres
    El conspirador; observaste que el Estado
    es un ente vacío, que sólo la vida es
    un poder aministrable, rico, multiforme.

    ¡Ay! Sebastián, si el poder es Dios vivo,
    ¡cuántas gentes engañadas morirán esta noche!
    Perseguidas, torturadas, inquiridas serán
    bajo la niebla meona y la teoría del Imperio!


    4.


    Apártalo de la matriz infame que lo ha tragado.
    Del nacimiento de la biopolítica, suéltalo.
    Desátalo de las mallas del poder. Quedó preso
    y si viviera quedaría fragmentado, dócil como siervo.

    Devuélvele, Innominable, el derecho a la vida,
    a la privacidad, al control de su propias noosferas.
    Dále palabra de poder contra aparatos coercitivos
    y la perversidad de las normas y la codigrafías.

    Rescátalo de las jerarquías.
    Son reinos imperiales
    y los Maximinos se han multiplicado.

    Oro por él, Varón santo, y él quiso la gracia de serlo
    y su joven madurez la puso al servicio del mensaje:
    Que sea la fe lo que nos lleve a la verdad
    y no las vanaglorias del poder embruteciente.

    Con palabras de vida conjuremos al Enemigo
    (¡Ay, qué duro es perdonarlo (al menos
    al que es represor, genocida, caudillo,
    ladrón, paranoico, tirano) no entreguemos
    la plenitud de nuestras vidas reguladas.

    Diversíficanos, Varón santo, con los salmos
    del porvenir; anticípanos la dulzura en días
    de zozobra y sentimiento; dános la Espada
    del Espíritu valiente y el puño expandido
    de la verdad airada y la fe militante.

    ________

    * Este poema está dedicado al santo católico Sebastián, el Apolo Cristiano. Este texto es mi defensa al libre pensamiento, expresión y fe. E implica mi respeto por quienes pagan el precio por el ejercicio de la consciencia libre. Esto es, la lucha por convertir el pensamiento y libre voluntad en derecho.

    Yo me considero un hombre pagano. No cristiano. Estoy contra toda tiranía, incluyendo la religiosa, la papal y el viejo catolicismo imperial-romano. Contra la tiranía política y la económica, no sé cuál es peor, me opongo. Mi obra poética y narrativa está llena de homenajes a herejes, a sabios incomprendidos y a revolucionarios. Prefiero a los que cambian al mundo sin necesidad de violencia; pero comprendo que, en el proceso de ser libre, hay saldos de violencia inevitables, incluyendo los de la represión.

    La verdad es una búsqueda que implica muchos «entretejidos» (lo mismo que hace el tantrika, entretejer) de modo que los posibles conocimientos, doctrinas, tradiciones, se unifiquen. Como poeta pagano, mi compromiso filosófico es la tolerancia y la verdad.

    Así como doy homenajes a judíos, griegos, orientales y latinoamericanos, a todo pueblo y toda minoría que lo merezca, quiero hacerlo por este hombre especial, un valiente soldado que optó la paz, el desarme (conste no adoro a los santos, en sentido místico-religioso; respeto lo que fueron, aprendo de lo que hicieron, si algo). Este se desarmó y enseñó el valor de advertir a un Emperador «no hostigues a los cristianos». Ese es su mérito.

    Natural de Narbona, educado en Milán, hijo de una familia de militares y nobles, Sebastián llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador Maximino, que desconocía su afiliación al cristianismo naciente y perseguido. Al saberse, Sebastián entró en desprestigio. Se convirtió en una «amenaza», un «subversivo» y «mal ejemplo» para el Ejército.

    Maximino lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo. El decidió servir a Cristo, desairando el Emperador que lo amenazó de muerte y lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.

    Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, mas no lo hizo. Se presentó con valentía ante el Emperador, cuando se le creyó muerto, le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.
     
    #1

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