Como un Saturno desquiciado

No me queda ya espacio
En la hendidura de mis labios
Para esbozar el aliento
Que de mi vientre es alimento.

Hasta el color -fecundador de vida-
Se ha teñido de lamento
Excremento rojo y exuberante, asolador
Y amplio.

El guiño de las nueces
Resuena
Como un tambor de guerra

Y el fruto del hambre, salpica
La sexta conjugación
Con las picaduras cacofónicas
Y lascivas del recuerdo.

Llagas repletas del vapor del hastío.
Nada es ahora ya puro.
Nada es ahora ya indecisivo.

Nada, como un Saturno desquiciado
Se ha tragado todo,
Hasta el consuelo que el lamento
Impreciso, procuraba.

Solamente mi hambre de belleza
Sujeta el extremo de la cuerda floja
Dónde se balancea aterrorizada
Mi cordura

Mientras la pasión de ayer
Se lame sus amoratados muñones
Haciendo así enmudecer el estertóreo
Y agonizante grito del recuerdo;

Engendro éste, el mismo al que procura
Su alimento con ahínco
Proclive y desgreñada: mi esperanza.

 

"Todo te lo tragaste, como la lejanía
como el mar, como el tiempo" (Neruda)

Pero si que queda consuelo, ¿verdad?... aunque no sacie, queda.

Me encantó leerte. No dudaré en repetir.

Besos.