Conduciendo un deportivo

Cuando pulsa el botón de la arrancada,
el motor retumbando ya exultante,
con el brío que imprime un elefante,
muy rápido responde a su llamada.

El pie clava en salvaje acelerada,
saltando se encamina hacia delante,
con tal poder y fuerza resultante,
que a todo coche aleja en la calzada.

Un viandante contempla sorprendido,
al ver pasar por esa carretera,
al conductor, de tal guisa, encendido.

Quien no advierte, en su rápida carrera,
la vaca torpe de tenaz mugido,
y, al esquivarla, acaba en la pradera.

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jeje, un simpático soneto bien elaborado has compuesto Alberto y que suele pasar ese acontecimiento, Un placer haberlo leído.
Saludos cordiales.

 

Tiempo hace que pasé de ir muy deprisa
cuando tengo entre manos un volante,
gran respeto siento por el viandante
la prudencia de ello siempre me avisa,
tiempo atrás me hubiera dado la risa
pero aprendí lo que es más importante.
Saludos

 

Gracias, estimado amigo Ricardo, es un placer leer tu amable comentario.
Saludos cordiales

 

Una fiera ese coche y un buen soneto, amigo.
Mi felicitaciones

 

¡Cielos! Está muy simpático el poema, Alberto. Es tan lindo que la poesía nos encuentre también en las acciones cotidianas, tantas veces nos pasa que nos quedamos así como observadores y algo en nuestro interior se agita por estos extraños eventos. Lindo que lo hayas poetizado.

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