Conversación con mi padre

«Tú pareces que vives en la Luna,
tú, hijo, vas por líos y así como vas tú
¡imposible que puedas progresar!»:
Consejo de VLN, mi padre,
tal como lo recuerdo...


... me hablaría mi padre, ese viejo querido,
que me da sus consejos, ese maestro,
médico de almas y de cuerpos,
cirujano de sus días, ávido, práctico,
presuroso ser y menos dulce que amargo,
hombre bueno que a sus espaldas
echara cientos de cadáveres, combatientes
de aquella guerra cruenta, genocida,
que le marcara el corazón y sus cimientos.

Aquella guerra, papá, que te dio
sus medallas, que supuso que eres héroe
(y son millones de muertos), más que en el '18.
Son millones, 22, si les suma
los que trajo la influenza y la tristeza
inmediata de los tuertos, los rencos
y tullidos... ¿no dijíste que con la guerra
siguen enfermedades, asoman
las patologías,
las venganzas,
la falsa dicha, el fanatismo?
La Danza de las Ratas y el delincuente moral
que a sí mismo se engaña porque no engaña a nadie.

Aquella guerra que te enorgullece
porque paró el fascismo, detuvo a criminales,
al Führer y al Nazismo, aquella guerra
que dejó soledades, ciudades extirpadas
de la vieja Europa y el Japón y sus soles oblicuos,
miseria en rincones donde no se habían visto
ni epidemias de microbios ni rencores en el cuerpo.

Y yo, en la luna, como no queriendo verlo,
y tú acusándome, cuestionado por tí
porque crees que no valoro el patriotismo...
pero, ¿qué crees que ha sucedido?

Soy yo quien te he oído, soy yo
por tí orgulloso una vez que observara
el Apollo 8 que circunvala la Luna,
soy yo viendo la danza de las ratas
y cómo se comen su queso de homicidio
y ese alimento es siempre un cuerpo,
humano y dulce como el tuyo:
mira, abaleado está ante el mundo John F. Kennedy,
mira, Martin Luther, el ministro negro,
mira, a Robert también asesinado,
mira, las ratas en My Lai, en Song Me,
cómo masacran, mira que Corea viene
y te armas, miras las colonias en Africa exaltada,
al Ché que lo han puesto, en exterminio,
a Victor Jara, a Getulio, a los suicidas,
mira, a Malcolm X, mira las prisiones llenas
de la negrada, mira el SIDA cómo se come
a los que cantaron Paz y Amor
y amor libre y mariguana,
mira que no estoy en la Luna,
aunque en a luna creo
como mi Eterno Femenino
y lágrimas de Cibeles
y Proserpina
y la Urania.

De «Memorias de la contracultura»