Cristales tintados

La oscura ventanilla iba dejando
ver un hermoso rostro --parecía
que el semáforo todo lo entendía
cambiando sus colores--. Y Bajando

el opaco cristal iba mostrando
otro horizonte en que la luz ardía,
otro brillante Sol de nuevo día
que estaba a la ciudad iluminando.

Y de repente se averió el sentido,
quedó parado todo en un momento
a merced de ese dulce sentimiento.

Después cambió el semáforo. Un rugido
del motor se escuchó salir del coche,
y el Sol se fue, dejando solo noche.

 

Hola David:
Es un honor ser el primero en felictarte, sostengo que siempre tus temas fluyen de la mejor manera, la culminación del poema es muy bella. Felicidades.
Un abrazo: Miguel

 

Muchas gracias, Miguel. Que me diga esto un maestro del soneto me sube mucho la moral.
Otro abrazo.

 

Veo en el momento que retratas, eso: un momento urbano en el que hay un cruce de miradas promesa de algo que nunca podrá ser. Me parece que está muy bien captado y que tiene una estética muy visual no exenta de sofisticación. La comparación con el Sol o con la noche le devuelve al clasicismo justo cuando parecía que todo iba a quedar en una especie de mensaje publicitario. Pero tú le das hondura y lo conviertes en algo menos banal y mucho más lírico. Luis

 

Me asombra la capacidad que tienes para componer un bello poema inspirado en cualquier tema, por trivial que a priori pueda parecer. Te felicito por ello.

Un abrazo.

José Luis

 

Gracias, Luis, por tus amables palabras.
Un abrazo.

 

Gracias, José Luis.
Otro abrazo para ti.

 

<br><br>Gracias, José Luis.<br>Otor abrazo para ti.