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Crónicas de la Guerra que nunca existió - "Los ratones colilargos"

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Luis Elissamburu, 24 de Diciembre de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 977

  1. Luis Elissamburu

    Luis Elissamburu Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    23 de Marzo de 2009
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    Nuestro campamento parecía cualquier cosa menos una Base del Ejército, heredamos personajes extraños, algunos de ellos ya se los he mostrado, yo mismo era uno de ellos.

    Desde el principio, tuvimos un cocinero. Todo un ejemplo del voluntarismo, hijo de galeses, patriota, flaco, alto y siempre nervioso. Decía que algún dia una bomba nos iba a caer del cielo y que así, esa guerra tonta y disfrazada de nada terminaría para todos.

    Lo bueno eran sus tortas, si, las auténticas tortas galesas, un sueño dulce y majestuoso en esos confines de la soledad y la locura.

    También había toda una fauna que nos rodeaba, al comienzo desde lejos. Pero después de unos meses, los chimangos dormían en los aleros de las carpas y los zorros grises revolvían el basurero a pleno día. Fuí culpable del acercamiento de todos los animalitos de la región, incluyendo los perros ovejeros de los pobladores mas cercanos. Siempre les repartia sobras de comida, galletitas, pan, etc.

    Nuestro cocinero me odiaba, casi tanto como a nuestros merodeadores. Pero a los que más aborrecía era a los ratoncitos que vivían entre el matorral, llamados vulgarmente colilargos, famosos por trasmitir una rara enfermedad, prima hermana del "mal de los rastrojos". Si hay ratones lindos en este mundo, éstos lo eran. Todo un drama.

    Las operaciones de vigilancia nos llevaban tanto tiempo que casi no me enteré cuando emprezó el problema entre nuestro hacedor de tortas y los roedores.

    Lo extraño consistía en que los pequeños atacaban solamente las latas donde se guardaban las preciadas tortas galesas. Los malvados retiraban la miga de la corteza superior del manjar. Aparentemente después de trepar por toda la estantería que separaba las latas del piso. No se sabía como hacían para entrar en la despensa, que era un trailer de cuatro ruedas forrado en aluminio. Todos
    los soldados tenían diferentes teorías al respecto.

    La lucha entre nuestro héroe galés y los ratones duró ocho meses. Y parecía que ganaban los ratones.
    Hasta que uno de los veterinarios del Comando de Remonta, trajo al campamento, someras cantidades de celio, un veneno habitual para tales plagas. El enojado cocinero, armó toda una torta con la droga en su masa. Sonreía mientras me lo contaba en secreto.

    Y todo se solucionó, como siempre ocurre cuando la verdad nos ilumina o nos sorprende.

    Una mañana, muy temprano, la ambulancia se llevó al "gordo Fernández" al hospital de Comodoro Rivadavia.

    Desde ese día supimos que los ratones colilargos no comen torta galesa.

    Nos reímos hasta que el gordo volvió después de dos semanas.

    Cada vez que álguien acusa en mi presencia a otra persona de pequeños delitos, cuento esta pequeña historia de ratones colilargos.
     
    #1
  2. Ro.Bass

    Ro.Bass Guau-Guau

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    16 de Marzo de 2013
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    Pues que bien haces en contar esta historia... Más vale prevenir en que tanto juzgar en vano como realizar pequeñas maldades, siempre llevan a que se te escape el tiro por la culata.

    Fue grato leerte.

    Saludos
     
    #2
  3. Luis Elissamburu

    Luis Elissamburu Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
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    Grácias por leerme.
    Luis.
     
    #3

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