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Cronicas de la Resistencia Caída parte 4: En las profundidades del horror

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 10 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 67

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Género:
    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.
    EN LAS PROFUNDIDADES DEL HORROR

    Soy un huérfano, un niño perdido en un mundo que se ha desmoronado. La Ciudad de México, una vez llena de vida y color, ahora es solo un recuerdo distante, una ruina fría y oscura. Desde que las máquinas comenzaron su cacería, las calles han quedado vacías, y los ecos de la vida que conocí se han convertido en susurros de locura. Ahora, me encuentro escondido en las profundidades del metro, con un grupo de supervivientes que, al igual que yo, luchan por sobrevivir.

    Desde que llegué aquí, el aire ha estado impregnado de desesperación. La humedad se asienta en nuestras pieles como una segunda capa, y el hedor de la descomposición nos envuelve, recordándonos que la muerte está siempre a nuestro alrededor. Al principio, éramos un grupo unido, compartiendo las pocas provisiones que habíamos logrado encontrar. Pero conforme el hambre se convirtió en nuestra compañera constante, la cordura comenzó a desvanecerse.

    Un día, encontramos el cuerpo de un hombre que había fallecido en nuestra improvisada comunidad. La muerte había llegado a él como a tantas otras almas perdidas, pero en lugar de lamentarlo, el hambre nos empujó a tomar una decisión que jamás imaginé. La carne, aunque dura y fría, se convirtió en nuestra única opción de supervivencia. En un instante, la línea entre lo humano y lo monstruoso se desdibujó. Con cada bocado, sentí que perdía una parte de mí, una parte que nunca podría recuperar.

    La locura se apoderó de nosotros, como un veneno que se filtraba lentamente. La desconfianza se convirtió en el nuevo idioma que hablábamos. La paranoia comenzaba a crecer entre nosotros como una sombra oscura, y cada uno miraba al otro con ojos llenos de sospecha. Cuando alguien se ausentaba, las acusaciones comenzaban a volar. "¿Colaboras con las máquinas?" era la pregunta que resonaba en el aire, y los gritos de traición eran cada vez más frecuentes.

    Fue entonces cuando una chica llamada Ana, una de las más jóvenes del grupo, fue acusada falsamente de ser una espía. Recuerdo su rostro, pálido y lleno de terror. Intentó defenderse, gritando que no había hecho nada, que solo quería sobrevivir. Pero las palabras se perdieron en el eco de la locura que nos rodeaba. En un instante, el grupo se volvió contra ella, la rodearon con furia y miedo. La acusación de traición fue suficiente para encender la chispa de la violencia.

    La primera vez que vi a alguien ser brutalmente asesinado, fue a manos de aquellos que una vez consideré amigos. La sangre salpicó el suelo mojado del metro, y en ese momento, una parte de mi humanidad se desvaneció. Ana, con sus ojos llenos de desesperación, fue arrastrada, golpeada y desnudada y en poco tiempo sus gritos se apagaron en un instante. La locura había encontrado su víctima, y yo estaba allí, paralizado, incapaz de moverme. La escena se convirtió en una pesadilla que nunca podría olvidar. Ese día no se cocino, la carne se comió cruda. Todos comieron hasta quedar satisfechos. Yo no pude, me era imposible. Comprendí que si degustaba un mínimo trozo de ese cuerpo, horas antes tan hermoso, tan vivo a pesar del sufrimiento; cometería el peor de los pecados, comulgaría en el altar del Diablo.

    Después de eso, el ambiente se volvió aún más tenso. La desconfianza se convirtió en un juego mortal, donde cada uno buscaba un pretexto para eliminar al siguiente. Las miradas se volvían más amenazantes, y las palabras más cortantes. El aire era denso, como si la locura estuviera apretando nuestro pecho. Mi mente gritaba que tenía que escapar, que debía huir de esta locura antes de que fuera demasiado tarde.

    La idea de salir de las profundidades del metro y enfrentar a las máquinas me aterraba, pero la alternativa era aún más aterradora. La locura de mis antiguos amigos me perseguía como un espectro, y cada día me preguntaba si yo sería el próximo en ser señalado. ¿Prefería enfrentar la muerte a manos de una máquina que ya no tiene piedad o caer en las garras de aquellos que una vez consideré como familia?

    Una noche, mientras el grupo celebraba su última "cena" en torno a un fuego improvisado, una voz en mi mente me instó a actuar. La oscuridad me envolvió, y la desesperación se convirtió en mi única aliada. Recordaba la risa tintineante de Ana, sus blancas piernas asomando bajo su corta falda que me hacían sentir emociones extrañas. Recordaba sus gritos y su pálido cuerpo desnudo siendo despojado de su humanidad por cuchillos y dientes de seres peores que bestias. Sabía que no podía quedarme, que la locura me consumiría si no tomaba una decisión. Con el corazón latiendo con fuerza, esperé el momento adecuado y, cuando la atención del grupo se desvió, me escabullí entre las sombras.

    Corrí por los túneles del metro, sintiendo que el aire frío me cortaba la piel. El eco de mis pasos resonaba en la oscuridad, y cada sonido me hacía temer que alguien me siguiera. Pero la única cosa que podía pensar era que debía salir, que debía encontrar la luz, aunque eso significara enfrentar a las máquinas que patrullaban la ni superficie.

    Al llegar a la salida, una mezcla de miedo y esperanza invadió mi pecho. Sabía que lo que me esperaría fuera podría ser aún más aterrador que lo que dejé atrás, pero ya no podía vivir en la incertidumbre. Con un último vistazo a las sombras del metro, donde una vez creí encontrar refugio, di un paso hacia la libertad, aunque el precio podría ser mi vida.

    Tal vez me encontrarían las máquinas, tal vez no. Pero en ese momento, prefería arriesgarlo todo en el exterior que quedarme y perderme por completo en la locura de aquellos que solían ser mis amigos.

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    Última modificación: 13 de Enero de 2025

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