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Cruzando el Manzanares

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Annya, 9 de Noviembre de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 378

  1. Annya

    Annya Considerar el portal mi casa, virtual *___*

    Se incorporó:
    7 de Noviembre de 2017
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    Género:
    Mujer
    El Otoño acaricia la entrada, de una mañana soleada.
    Sobre un puente que cruza el río, paró sus pasos.
    Posó la mirada sobre sus aguas tranquilas y juguetonas, que resplandecían bajo la luz de un sol, que con sus rayos rozaba el agua. Le daba a estás, el brillo de las estrellas que llegado el día entre las nubes descansaban.
    Observando con los ojos de la melancolía que dejaba el verano que quedaba atrás, lleno de sol y alegría, lleno de noches calurosas donde el sueño se dejaba a un lado, para alumbrados por la luz de la luna y las estrellas, una vida planear.
    Y perdida su mirada sobre el agua cristalina, fija en ésta, observó como la naturaleza y la vida, sobre ella se deslizaba
    El espectáculo que contemplaba está tan lleno de paz, que su corazón se emocionó, y saboreando el momento que transcurría, entre sonidos de coches y voces, que iban y venían, junto al murmullo de una cascada de agua, que entre hierro y frío cemento, se dejaba deslizar.
    Caía ésta hacía el viento, depositando al bajar, espuma blanca como la nieve, que el río recibía con los brazos abiertos, y una intensa belleza se producía al mezclarse con los rayos del sol que les venía a abrazar.
    Era la naturaleza, que al pasar, hizo que sus ojos se iluminaran en una mañana cualquiera, camino de un trabajo, que el día iba a llenar.
    Patos, de variados colores, que en su plumaje llevaban, marrón, gris, verde, amarillo; nadaban sobre el agua, con tan bello vaivén que sus ojos se emocionaron ante la belleza que veían.
    El cortejo lo presidían, tres bellos cisnes, ¡ Al cual más hermoso ! Tanto como lo podía ser, la contemplación de una aurora boreal. Éstos, Dejaban sus alas moverse como pétalos de rosas, que al abrirse, un viento apenas perceptible las elevaba sobre sus sombras.
    Avanzaban con lentitud... Como si a cada movimiento, desearan absorber toda la tranquilidad que llevaba consigo el viento y en una mirada se puede encerrar.
    ¡Majestuosos, soberbios! Y al mismo tiempo, con tanta sencillez, que el río se dejaba por su belleza envolver.
    Llenaban éste, con la más bella estampa que se pueda imaginar. El blanco de la luz del día, de la limpieza, de la paz. El negro de la belleza de una noche que combinada con la plateada luz de la luna iluminaba la ciudad. El marrón que mostraba la tierra, con sus inmensas montañas; prados y campos, donde el fruto que mantiene la vida, se sembraba para seguir con éste el caminar.
    Era puente sencillo, apenas, dos, tres cuerpos juntos podían pasar, desde donde se podía contemplar la más hermosa poesía, que mirando un río, sobre el papel se podía dejar.
    Al fondo, un Madrid erguido, lleno de edificios en los cuales, sus cristales resplandecían dejando caer sus sombras sobre éste; sombras que entre sus calles se metían, recogiendo los reflejos que desde las ventanas acariciadas por el sol, depositaban en él, llenándolo de un especial color, que le daba la apariencia de una postal irreal
    Sólo era un paso de un lugar al otro del río, en un día cualquiera, que se convirtió en un momento cuya belleza, jamás de sus pupilas se podría borrar. Momentos que tenía que saborear, dejarse llevar por ellos y seguir caminando por una ciudad, donde además de trafico, contaminación y prisas, también tenía bellezas para admirar.
    Copyright. Reservados todos los derechos de auctor©
     
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