Cuando la balanza se inclina hacia la nada

Cuando la balanza se inclina hacia la nada,

haciendo caer mi voluntad debilitada

o cuando el péndulo del dolor me lacera

y el miedo sin piedad me acecha en mis entrañas,

alzo el vuelo y me duermo en el azul del cielo,

allí los problemas se derriten como el hielo,

porque mis temores se tornan en hazañas

y en mis sueños veo un mundo maravilloso,

a esa altura oteo un arcoíris tan hermoso

y veo del hombre su gesto y su lado bueno,

entonces quiero amar y jamás volver a odiar,

me imagino como Lennon un mundo en paz,

sin muros ni fronteras, sin odios y sin guerras,

he de estar loco por soñar como yo sueño,

pero es mejor estar loco y huirme a mi cielo,

que vivir en este mundo de violencias lleno,

oyendo los lamentos de seres inocentes,

mirando a los que pueden, ser indiferentes.


Andrés Romo



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Si aprendes a dibujar, entenderás que el color negro ha de emplearse pocas veces.
La luminosidad está en los colores claros.
Amarillo, rojo, verde, marrón, azul...
No obstante, no tiene por qué salirte una obra maestra.
Dado que tus zapatos pueden ser maravillosos, o incluso tus calcetines.
O tu bigote, tu sombrero, tus guantes de lana...


Pero es así: Tu obra es tuya.





No es ni buena, ni mala. Ni bonita, ni fea.
Por ello, a la hora de crear, debemos improvisar sobre la marcha.
No es construir. No es la crítica constructiva, de un político a otro, en el Congreso de los Diputados.
Crear es más libre. Y necesitamos relajarnos, antes, para dejar fuera del taller, nuestros problemas.