Cuando los ríos se sequen

Hoy desperté sintiendo tu abrazo diciéndome al oído
los secretos de tu amor.

Hoy amanecí con tu olor abrazado a mí sonriéndome
y dándome un beso de bienvenida a este nuevo día.

Hoy abrí los ojos sólo para encontrarme con tu cálida luz
que me acariciaba el alma con ternura.

Hoy tu sonrisa me besó los ojos recordándome la dicha
de estar junto a ti, de quererte en este mágico amor que crece
como un roble, que se alimenta en silencio y se fortalece con ilusión.

Hoy tu piel me hechizó con su sólidas palabras
asegurando que todo esto dista mucho de lo pasajero y vanal.

Hoy, Fabi, tu nombre me atrapó quedando cautivo por convicción
en este delirio sin fin que sólo morirá cuando los ríos se sequen,
cuando el mar no exista más.