Cuando no hay nadie

Despierta, las luces se asoman en el cielo.

Toma un par del empolvado coraje que yace en el suelo.

Despierta, que la noche se ha vuelto día

y envuelve en un obsequio la alegría.


Despierta, que el otoño se ha marchado

y ha traído del caliente frío un regalo.

Y si un afecto falta, abraza al recuerdo amigo,

que de cariño no eres pobre, ni del amor, su enemigo.


Despierta y búscame en las horas del presente,

en las manecillas de un reloj inerte.

Despierta, vuelve a la orilla de la vida.

Despierta… que es sólo otra pesadilla.