cuanto detesto, ha ardido; cuanto amo, me arde

he quemado tantos relojes y libros de autoayuda
haciendo montañas inescalables de desordenes mentales alejándose como se esfuma el humo.
los relojes sin manecillas brillando con la luz robada de la luna,
haciendo un tic-tac de fantasmas invisibles, estrangulando al tiempo
y los libros quemados que ya no dirán cual es el camino estricto a seguir para salir del túnel, para equilibrar la balanza, para salir del laberinto ni ninguna frase arquetípica de las que escupen en la mentalidad destruida y magnifica de los que aun creen que se las pueden arreglar sin luchar.
he quemado tantas lunas y deseo quemar tantas otras
y he regado entre las baldosas de la calle a esquirlas de verde vida y he amado a tantas otras flores que crecían con la rebeldía en los tejados ardientes, infernales y angelicales llenos de polvo,
que ya no quiero otra cosa que arder por las noches hasta que las lunas inunden los días y destruir cada gris rotundidad del suelo con el poderoso verde impulso.

 

A veces la vida suele quemarnos de muchas formas, hasta hacernos cenizas, una lectura con un contenido elocuente que enmarca la tragedia en el sentir del poeta, me ha gustaod mucho, saludos cordiales.