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Cuento: RENFIELD

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Eduardo Morguenstern, 12 de Junio de 2010. Respuestas: 14 | Visitas: 2033

  1. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    [FONT=&quot]RENFIELD

    Eduardo A. Morguenstern.




    [FONT=&quot]En agosto comencé a trabajar en la clínica psiquiátrica del Dr. John Seward en Whitby.

    [FONT=&quot]Regresando de París luego de entrenarme por tres años con el maestro Charcot y luego de otros dos años en Berlín aprendiendo del profesor Karl Wernicke, tenía gran entusiasmo por iniciar mi carrera como psiquiatra en esta ciudad.

    [FONT=&quot]Una antigua fábrica de hilados refaccionada hacía unos 15 años en la céntrica esquina de Grove Street y North Road lucía una gran placa de pulido bronce anunciando su denominación de “Whitby Psychiatric Asylum”

    [FONT=&quot]Fue en esa clínica donde conocí a Richard Marcus Renfield.

    [FONT=&quot]Se trata de un hombre de cincuenta y cinco años, que demuestra haber tenido una complexión atlética, de una altura mayor que el promedio, aunque su físico está notoriamente deteriorado por el encierro y la muy deficiente alimentación, ya que desprecia la mayor parte de los alimentos que se le acercan. Su rostro es demacrado, anguloso y pálido, las profundas arrugas muestran, más que el paso del tiempo, el efecto de las ansiedades que torturan a su alma atormentada. Sin embargo, se puede decir que aún así sus rasgos son de una delicada belleza viril. Una frondosa cabellera blanca, con reflejos violáceos realza el límpido azul de sus grandes ojos algo rasgados, su boca amplia y de finamente trazados labios, la nariz recta y afinada equilibra estéticamente el conjunto. Su porte general parece más apropiado a un hidalgo venido a menos, o a un director de sinfónica fracasado o a un patriarca religioso abandonado por sus seguidores.

    [FONT=&quot]Pude saber que Renfield había estudiado en el Real Colegio de Ingenieros Navales, aunque fue expulsado por rebeldía a los dieciséis años. Sin embargo sus estudios de Liceo le permitieron luego ser incorporado a la Armada Real y se destacó por su heroísmo durante la Guerra del Opio en China en 1864 habiendo recibido la Cruz de Servicios Distinguidos.

    [FONT=&quot]No siempre es posible abordar a Richard Marcus Renfield. Su cuadro de monomanía cíclica se exacerba al infinito en las épocas de plenilunio, en que es presa de un verdadero estupor en un marco de súplicas vehementes a alguna entidad que capta en su alucinación en un conjunto de incomprensibles rituales y conjuros, a menudo en idioma incomprensible, precedido por el colmo de las extravagancias que posteriormente ilustraré. Pero pasado el período, y gracias a la acción sinérgica de importantes dosis de belladona y de bromuros, precedidos de repetidas sesiones de balneoterapia (chorros de agua a alta presión) a temperaturas frías o muy frías y en casos acompañadas de electricidad controlada, se duerme luego de intensas convulsiones y despierta tranquilo nuevamente, aunque muy debilitado. Últimamente en la clínica se está probando la moderna silla de Barany que realiza rotaciones enérgicas de hasta 30 revoluciones por minuto a izquierda y a derecha, que calman a los agitados, quienes se desmayan en los primeros minutos.

    [FONT=&quot]Pero cuando sí es posible entablar conversación con él, sus aportes son harto interesantes. Sus conocimientos navales son aparentemente infinitos. Domina unos siete idiomas, entre los que se encuentran el ruso, el rumano magiar, el búlgaro, el francés, el portugués, el alemán, el latín y el griego. Conoce muchísimo de historia universal, filosofía y mitología egipcia, india, griega, y china. Mucho me sorprendió descubrir en él a un erudito en historia antigua, historia del arte, física, fisiología, psicología y especial afición por la alquimia y la astrología. Se confirma una vez más que el genio y la locura son hermanos gemelos.

    [FONT=&quot]Cuando lo conocí tardó un tiempo de dos meses en aceptarme como interlocutor, pero gracias a mi perseverante y amable interés sumado a la gran paciencia que he aprendido deben tener los psiquiatras, respetando los tiempos a menudo exasperantes que se toman algunos lunáticos para admitir a otro en su exclusivísima área de interés, llegó el momento de estrechar su mano. En ese momento tuve la máxima sorpresa al reconocer su condición de masón y su grado de maestro por el toque. Mi respuesta al toque dado como casual, seguramente colaboró en la aceptación de mi persona al principio, pero especialmente después de identificarme como francmasón , confió en hacerme detalladas confesiones que de otra manera hubiera guardado celosamente en las profundas reticencias de su laberíntica concepción del mundo tan propia de las psicosis.

    [FONT=&quot]A propósito de haber tocado el tema de los masones, debo agregar que Renfield y yo además compartimos el hecho casual de haber conocido al escritor de novelas Bram Stoker. Stoker ingresó a la masonería en la Gran Logia de Irlanda y ha escrito en los últimos años una serie de obras de teatro que le permitieron ganar creciente celebridad. Hacía unos diez años que vivía en Londres, formando parte ahora de la Golden Dawn in the Outers, una superlogia de orientación mágico-gnóstica a la que ingresan masones del grado Rosacruz en adelante. Yo tomé contacto con él de casualidad en Whitby, donde Stoker acostumbra a veranear. Lo encontré en la Biblioteca local. Estaba interesado en documentaciones históricas del acantilado de occidente, llamado “El pico de las brujas” por sus cercanías a las ruinas de la Abadía de Cairfax y la Iglesia de Santa María, especialmente de su cementerio.

    [FONT=&quot]Renfield lo conoció cuando ambos visitaban la Logia Londesborough en Yorkshire algunos años atrás. En tal oportunidad habían iniciado una serie de charlas, coincidiendo ambos en su interés por la Masonería del Rito de Swedenborg y sus temas herméticos sobre la vida en el “más allá”, el cielo y el infierno, el espiritismo y la posesión, los misterios de la sangre como vehículo del alma, la reencarnación, las técnicas de invocación de espíritus, magia blanca y negra, los recónditos aspectos de la Psicología y la hipnosis, que actualmente estan publicando los doctores Bernheim y Charcot en Alemania y Francia, respectivamente, a partir de los desarrollos de otro masón, Franz Mesmer en el siglo XVIII, pero Renfield ya conocía a fondo las técnicas desde sus estudios en egiptología y nigromancias. A propósito, Stoker le comentó de sus lecturas de las Actas de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres, que recluta a los muy conocidos A. Conan Doyle, Sir William Crookes, y Sir Frederik Myers entre otros notables de la época. También estudiaba cuanto podía sobre el fenómeno del espiritismo que en estos años motiva a tantos notables, interesados más en el mundo de los muertos que en el de los vivos.
    [FONT=&quot]Stoker parecía interesado en recolectar material para una publicación que preparaba, sobre la que no mencionó mucho más.

    [FONT=&quot]Puedo decir que estas largas entrevistas mantenidas con Renfield me percataron de su vastísimo conocimiento en el aspecto más profundo de los fenómenos “espirituales”, que la ciencia oficial recién está explorando, lo que me extrañó profundamente, pero al mismo tiempo, demuestra erudición en las llamadas ciencias ocultas. Si bien el conjunto de sus saberes representa para mí una muy grande tentación a escucharle y aprender de sus experiencias, no debo olvidar que para mi trabajo como psiquiatra, lo único importante es estudiar el modo en que tanta información pudo derivar en la parafrenia que ahora ostenta, al parecer alimentando el vigor de sus delirios fantásticos y alucinaciones que desbordan cada vez que la luna entra en la fase de luna llena.

    [FONT=&quot]Indiscutiblemente existe una relación entre la luna llena y los fenómenos psíquicos. Se acentúan los impulsos feroces de los locos y son capaces de actos aberrantes llenos de maldad. Desde antiguo se sabe que esta fase de la luna se corresponde con comportamientos criminales, y la mitología abunda en datos acerca de que el mal obedece periódicamente a las fases lunares. En los tiempos de los griegos y los romanos, se creía comúnmente que algunos hombres podían trasformarse en animales y que, en las noches de luna llena, podían tomar forma de lobo a causa de prácticas mágicas negativas o por efecto de entidades malignas que se adueñaban de su voluntad. Sensitividad y locura, nacimiento y muerte, están estrechamente vinculados con el ciclo lunar.

    [FONT=&quot]Básicamente se puede afirmar que el tema principal del delirio polimorfo de Renfield es el de la inmortalidad. Muchos de los temas del delirio se nutren de sus conocimientos ocultistas y egiptológicos. La simple afición a estos temas como materia de estudio no permite considerar al interesado en delirante. Ni aún al que crea en ellos, pues aquello que muchos creen simplemente, por disparatado que pueda ser para otros, no puede tildarse de “delirio”. Simplemente constituyen un “sistema de creencias populares”, pero cuando lo que se cree no tiene consenso, y es para todos un tema fantástico que desafía lo razonable y no es contrastable por demostraciones lógicas, e impregna la inteligencia del sujeto como una verdad a la cual se adhiere fanáticamente condicionando el comportamiento, establece lo que la psiquiatría denomina propiamente un “delirio”.

    [FONT=&quot]Justamente esto ocurre con mi paciente. Los muy extravagantes comportamientos que derivan de sus “verdades”, a las que adhiere en forma irreductible, con una convicción que no le permite siquiera un mínimo resquicio para la duda en ningún aspecto, constituyen una construcción psicótica. El polimorfismo de su delirio se ve en el entrelazamiento de distintos temas, todos ellos unidos en una cadena de silogismos ilógicos, donde mezcla aportes de ciencias formales como la fisiología, la psicología –diría- medieval y la física de la energía, en una trama aquí y allá asentada sobre bases teóricas científicas aceptables para el saber académico, con otras provenientes del folclore, la mitología o la religión y la religión, que, como todos aceptamos, constituyen un saber dogmático y muy opinable.

    [FONT=&quot]Durante la luna llena se produce una verdadera transformación de Renfield en otra persona. Toda su conducta es la del alucinado. No responde a ninguna intervención de personas, no acepta alimentos, no responde a lo que se le pregunta, rehuye la higiene, y especialmente es peligrosísimo acercarse desprevenidamente a él, pues se corre el riesgo de ser atacado mortalmente.

    [FONT=&quot]Realiza entonces rarísimas liturgias, incluyendo prácticas deleznables con animales que son atraídos a su celda por algún encantamiento muy difícil de describir: arañas, moscas, cucarachas, ratones y murciélagos propios del Asilo, pero también pájaros y gatos que entran desde la tarde por su ventana. Parece ser que logra que unos se coman a otros. Alimenta a las arañas con moscas, a los pájaros con arañas que se habían comido a las moscas, a los gatos con los pájaros y así sucesivamente. Finalmente y con gran horror de enfermeros, sirvientes y el mío propio, sacrifica luego a los gatos y los ingiere, recitando oraciones en lenguaje para todos desconocido. Su voz es entonces suplicante, con un tono dócil afeminado. Entona himnos incomprensibles en susurrantes cánticos que por la musicalidad parecen el de un enamorado. Como he dicho, no se debe interrumpirlo en estos momentos, pues la furia despertada es incontenible y de muy alta destructividad, golpeándose despiadadamente la cabeza contra la pared hasta desmayarse o convulsionar en un poderoso ataque epiléptico. Queda luego desvanecido por una o más horas, antes de pasar a un sueño sobresaltado, como si soñara diabólicas pesadillas. Tarda en recuperarse días y pierde el poco peso que pudiera haber recuperado.

    [FONT=&quot]En una de las pláticas que a veces manteníamos, hablando de su tema favorito, la inmortalidad, me decía que de acuerdo al conocimiento oculto, el alma humana reencarna sucesivamente durante millones de años para despertar su conciencia completamente y dominar todos los poderes del espíritu. Cuando el más completo “despertar” se produce, se alcanza un nivel evolutivo en que el espíritu humano puede liberarse del ciclo de reencarnaciones. De ahí en adelante puede seguir aprendiendo en otros planos del universo muy alejados de la evolución humana, sin un cuerpo físico, sino en cuerpos espirituales. Pero ya en estos elevadísimos niveles evolutivos llamados Iniciaciones Superiores, si se prefiere, en lugar de seguir progresando hacia “arriba”, el Adepto puede elegir continuar en la Tierra revestido de cuerpo humano, ahora inmortal o prácticamente inmortal, para ayudar, como guía de la humanidad, a los buscadores de la Verdad que vienen “atrás” o “abajo”.

    [FONT=&quot]En este nivel, me enseñaba, se llaman Nirmanakayas. Estos han sido conocidos en la historia como fundadores de religiones o altos seres que han traído de tanto en tanto al mundo enseñanzas perdurables, como por ejemplo Rama, Pitágoras, Krishna, Buida, Jesús. Muchos otros se mencioan en la Biblia, como Matusalén, Noé, etc., que se dice que vivieron varios cientos de años, ya que dominan las técnicas de la conservación material perfecta, prácticamente no toman alimento físico, alimentándose de algo conocido como “soma” o “pan de vida” (no quiso hablar mucho de ello), que se obtiene a través de misteriosas transformaciones psico – alquímicas.

    [FONT=&quot]Así, decía, se ha visto aparecer a personajes con el mismo cuerpo a través de épocas históricas muy alejadas entre sí. Citó al Conde Cagliostro, al mítico alemán Christian Rosenkreutz, supuesto fundador de la Orden Rosacruz, y al Conde húngaro Rakozi, que parecían haber vivido en el siglo XII pero que también participaron en la revolución francesa el siglo pasado. Yo conocía las leyendas de vida perdurable de estos personajes, pero nunca había prestado mucho crédito a lo que de ellos se decía. Por ejemplo, de Christian Rosenkreutz y de Rakosi se decía que eran la misma persona, y que ambos formaban parte de una supuesta Gran Hermandad Blanca que con otros Maestros gobernaban la evolución del planeta, escondidos en algún lugar de los Himalayas o del Desierto de Gobi, en un lugar mítico llamado Shamballah.

    [FONT=&quot]Creo que Renfield se permitió hacerme tales comentarios por dos motivos: ambos compartimos la membresía a la Fraternidad Masónica, por ende, sabe que yo estoy obligado permanentemente al secreto. Sabe que siendo yo un iniciado en los niveles “simbólicos” puedo llegar a entender de qué me habla y a qué se refiere en general al tocar temas esotéricos, alquimistas o místicos. El otro motivo que me va quedando claro es que necesita un aliado que pueda salir del Hospital, cosa que a él no le está permitido.

    [FONT=&quot]Me parece que él desespera por reunir ciertas condiciones que le permitan “pasar una prueba” iniciática en los planos internos del ser y empecé a atisbar que con ello se relacionaban sus rituales de Luna Llena.

    [FONT=&quot]Alguna vez me refirió que contactaba en forma telepática con alguien que él considera “un Elevado Maestro ” del “Camino de la Izquierda”, un nigromante húngaro, un Conde que decía provenir de la nobleza húngara del siglo XV, descendiente de Vlad III, o Vlad Tepes (el empalador). Me informó Renfield, que aquel había sido un príncipe voivoda o líder militar muy famoso que defendió a Hungría de los ataques otomanos, aunque de un modo siempre brutal. Era tal el ensañamiento del personaje con sus enemigos, refería Renfield, que llegó a dar muerte con la terribilísima tortura que le valió el mote, que consistía en introducirles una larga lanza por la entrepierna hasta salir por el cuello, a varios cientos de miles de desgraciados. Ello significó que el Nuncio Papal lo excomulgara y perdiera así su pertenencia a una Logia Alquímica Cristiana, que presidían ciertos monjes benedictinos neotemplarios.

    [FONT=&quot]Vlad III resentido, juró venganza contra el Dios de los cristianos y sus exponentes religiosos, convirtiéndose en blasfemo y odiando y maldiciendo la cruz. Prosiguió sus prácticas, ahora orientadas a la hechicería, en cenáculos gitanos y alguna secta árabe, alcanzando increíbles poderes en la Magia Negra. Desde entonces, su poder crecía paralelamente a su enorme maldad. No vacilaba en empalar a pueblos enteros, siendo sus torturas exponentes de la mayor crueldad registrada en la historia. Organizaba festines y banquetes en los bosques en que empalaba a enemigos, disidentes, pobres, tullidos, leprosos, ya fueran hombres, mujeres o niños, mientras bebía copas de sangre para horrorizar a sus vasallos.

    [FONT=&quot]Renfield aseguraba, lo que me parecía el colmo de la sinrazón, que su Maestro y amo, como se refería a aquél, era uno de esos “inmortales” y que pensaba seriamente en que no era un descendiente de Vlad III, sino el tirano en persona, desafiando la muerte, por más que los datos que se tenía afirmaran que Vlad Draculea III murió en batalla en 1476, siendo su cuerpo enterrado decapitado. Renfield aseguraba que aún así se las ingenió para restaurar la cabeza al cuerpo, pues su cuerpo hasta ahora no ha sido encontrado y lo único, según su teoría, que obligaría a un inmortal a renacer sería el hecho de que se le cortara la cabeza pero clavando además una estaca de fresno en el corazón y llenarle la boca de dientes de ajo. ¡Obviamente, el colmo de lo fantástico!



    [FONT=&quot]Richard Marcus Renfield dijo haber tomado contacto con su Maestro en alguno de sus viajes a Europa Oriental. Según la descabellada versión del psicótico, en una misteriosa iniciación recibida directamente del húngaro, aprendió a dominar la ciencia la evocación telepática y astral de vivos y muertos, lo cual era mucho más fácil en época de luna llena. De este modo, explicaba mi docto paciente, recibía lecciones del Mago, quien pretendía establecerse próximamente en esta ciudad. Renfield tenía que prepararle el camino para ello, pero tenía el serio inconveniente de su internación en este asilo de alienados ordenada por el Juez cuando un año atrás los vecinos lo denunciaron por extrañas y sospechosas maniobras en el Cementerio de Whitby.

    [FONT=&quot]Renfield me confesó que últimamente su amo lo torturaba mentalmente reprochándole su torpeza que provocara la presente internación obstaculizando la misión encomendada. Para su enorme poder nada era imposible, le decía, y la comisión ordenada no era sino una oportunidad más que le era ofrecida para trabajar a sus órdenes y ganarse infinitas delicias tan próximas como eternas.

    [FONT=&quot]Le inquirí sobre los detalles de su accionar nocturno en el Cementerio local. A duras penas comentó que precisaba doble material para sus preparaciones mágicas. Debía cargar buena cantidad de tierra del cementerio para acumularla en la casa que alquilaba. Que ello lo venía haciendo sin mayor problema. Pero lo arriesgado y por lo cual se lo condenó consistía en robar hígado y corazón de criminales que en alguna fecha reciente hubieran sido condenados a muerte por la justicia. Sorprendidísimo y asqueado por el insólito comentario, dije que tales acciones eran más que criminales y malditas, prácticas tanatofílicas de satanismo y hechicería. Me respondió airadamente que sólo desde la ignorancia supina de los patanes, aún siendo médicos, podía hacer tales afirmaciones tan aberrantes, pues sus prácticas se sustentaban en conocimientos milenarios que difícilmente podrían ser conocidos y comprendidos por el vulgo, y que la ciencia en el futuro daría por válidas para el tratamiento de muchas enfermedades y la prolongación duradera de la vida.

    [FONT=&quot]Aproveché su desusada locuacidad para preguntar más y más. Durante las respuestas que me prodigaba, parecía transformarse, rejuvenecer. Lucía apasionado, vital, su rostro se encendía y el tono de su voz hacía el discurso interesantísimo.

    [FONT=&quot]Me enseñó que la vida biológica provenía de lugares cósmicos de incalculables distancias y tiempos siderales, prácticamente infinitos e inaccesibles a la humana imaginación. Que la muerte no era sino consecuencia de un error moral ancestral en la humanidad. Que en épocas tan pretéritas que se pierden en la noche de los tiempos, el hombre era inmortal, que había sido programado para la inmortalidad. Que la ciencia de la inmortalidad se perdió por los errores conceptuales de los Atlantes, que ya empezaron a morir, sin embargo alcanzando edades de entre 400 y ochocientos años, como mencionan los mitos de distintas culturas. El tiempo de vida se fue acortando progresivamente en adelante, merced a los deleznables errores de interpretación y las patrañas inadmisibles de las religiones oficiales. Citaba al libro de Enoch, recientemente editado en 1842, el Libro de los Muertos egipcio y otros libros oscuros, malditos y sobrenaturales que versaban sobre grimorios medievales, de origen iraní, unos, y chino, otros, que según él daban pistas ocultas de inestimable valor en el tema de la vida del más allá y de cómo vivir casi indefinidamente acá.
    [FONT=&quot]Se refería a la reencarnación como una realidad irrebatible. Decíame que tanto en el corazón como en el hígado existe un átomo eterno que se trae en cada humana encarnación, que archiva toda la experiencia que el alma inmortal ha ido aquilatando a lo largo de los eones transcurridos en cada vida vivida dentro de un cuerpo físico. Era imprescindible alimentarse de esos átomos antes de los tres días de muerto el cuerpo, porque luego eran llevados por el alma formando parte del “cordón de plata” que conecta el alma y los cuerpos sutiles al cuerpo físico. Admito que yo escuchaba atemorizado pero maravillado a la vez estos relatos. Sé muy bien que los delirios subyugan cuando son parcialmente verosímiles por los sesudos caminos explicativos para cada paso, no siendo raro que los paranoicos y los parafrénicos “contagien el delirio” a quien escucha tales cantos de sirena. Temía por mi propia salud mental. Me maravillaban tanto el caudal de conocimientos del loco como la posibilidad de que lo que tan fervientemente creía pudiera ser verdad.

    [FONT=&quot]Realmente debo admitir que luego de estas raras ocasiones en que Renfield se muestra tan comunicativo, sus historias tan extrañas producen en mí una indescriptible ansiedad y mis sueños son luego perturbados por temas macabros, de muerte, de sarcófagos, de canibalismo ritual, de vampirismo. Sueño entonces con el diabólico Vlad bebiendo sus copas de sangre con sus capitanes, en aquellos bosques del horror, rodeados de cientos de hombres, mujeres y niños clavados en palos que les penetran por abajo y les salen por el pecho, gimiendo agonizantes, muriendo horrorizados, en medio de la algarabía caníbal del bárbaro voivoda. Entonces me despiero bañado en sudor y gritando el nombre de Renfield. Otras noches no concilio el sueño y se me presenta obsesivamente en la imaginación la sombra del loco en las oscuras, temibles noches en el Cementerio, robando hígados y corazones, para cenarlos en medio de los misteriosos y malditos rituales domésticos... Es más, para mi propio horror, he empezado a sentir a mi alrededor en el solitario dormitorio, fruto tal vez de mi desordenada imaginación inconsciente, una ominosa presencia invisible pero densa, casi real: el Conde, el Maestro diabólico de Renfield, a quien no conozco ni conocería jamás, al menos eso ruego, como una burlona e influyente sombra que parece intentar morderme invisiblemente en la garganta. Siendo por naturaleza y por profesión escéptico, oprimo entonces mi medalla de plata con la escuadra y el compás de un lado y el triángulo sagrado con el Ojo de Dios del otro lado, que cuelga de mi cuello. Sí, confieso que ayer he comprado un crucificado de plata para mi mesa de luz.

    [FONT=&quot]En mi entrenamiento con Charcot aprendí las técnicas de hipnosis. El sabio francés decía en sus clases en La Salpêtrière que se establecen vínculos telepáticos entre el operador y el paciente en y luego de la hipnosis. No es para nada imposible que dada mi fascinación cuasi hipnótica en la escucha de Renfield yo esté captando fragmentos de su inconsciente y heredando sus fantasmales contenidos. Ello explicaría mis pesadillas y la captación involuntaria de la sombra temible de su Maestro húngaro. Temo desarrollar una obsesión, pero evidentemente estoy presenciando en mí sus gérmenes.

    [FONT=&quot]Admito que Renfield no modifica sus delirios. Hace un par de meses estoy probando en él un licor de extractos de raíces de una planta recientemente traída a Inglaterra desde la India, la Rauwolfia Serpentina, usada milenariamente para tratar la locura. Si bien se advierten los efectos sedantes, no parece afectar su potente delirio. Deberé experimentar a mayores dosis, pero las treinta gotas dos veces por día parecen sólo soporizarlo sin afectar sus manías rituales.

    [FONT=&quot]El profesor John Seward me comunicó que piensa relevarme de la asistencia de Renfield. No aprueba mis ocasionales charlas con él, no ve que progrese y en eso estamos de acuerdo. Le rogué me asigne un tiempo más. Seward está muy preocupado porque Lady Lucy Westenra, prometida de su buen amigo Lord Godalming está sufriendo una enfermedad muy debilitante que se acompaña de conductas histéricas llamativas. La dama sufre raptos lujuriosos hasta el escándalo en estado sonambúlico, y escapa por la ventana del dormitorio para pasearse casi desnuda a la luz de la luna en el jardín frondoso de la mansión. Despierta, su comportamiento es, me dice, cada vez más caprichoso y su estado empeora. Le ofrecí visitarla, refiriéndole mis experiencias sobre casos similares en el hospital francés durante mi entrenamiento con Charcot. Es propio de las histerias el desvarío sexual. Seward prefiere preservarla de la intervención de médicos “novatos” pues no desea dar trascendencia externa al caso que involucra a la prometida del Lord. El comentario me ofuscó profundamente, pero cuidando el empleo evité en lo posible demostrarlo. Dijo que probablemente Lucy quedó impactada cuando hace un mes presenció en el puerto de Whitby el encallamiento de un barco de ultramar que traía muerta su tripulación y el timonel atado y sin vida al timón. Recuerdo haberlo leído en el periódico, pues el hecho despertó la alarma policial.

    [FONT=&quot]Anoche los celadores me despertaron dos horas antes del amanecer. Sus gritos me sacudieron del espantoso sueño que estaba teniendo.

    [FONT=&quot]Soñaba que un repugnante pájaro nocturno del tamaño y el aspecto maléfico de los buitres pasó por mi dormitorio mientras dormía y yo luché desesperadamente por despertarme, pero mis párpados parecían clavados a mis ojos, como mi cuerpo parecía clavado a la cama, aterido de un frío de muerte. El pájaro repugnante atravesó la habitación y saliendo por la ventana abierta ganó el espacio abierto del patio volando hacia la celda de Renfield para ingresar por su alta ventana. Creo haberme desmayado en el sueño, mientras los golpes y gritos en mi puerta lograron despertarme.

    [FONT=&quot]Los celadores me comunicaron la muerte de Renfield. Cuando corrí por los pasillos hasta su celda, encontré su cuerpo yaciente en el lecho. Una sonrisa de paz parecía dibujarse en su boca bien delineada. No era aparente en ningún modo la causa de su muerte. Una mano cerrada sobre su pecho apretaba fuertemente un medallón que con cadena de plata colgaba de su largo cuello. Se veía en relieve la figura de un dragón mítico, cuya larga cola describiendo un anillo circular sobre la figura, daba tres vueltas sobre su propio cuello. Cubriendo la espalda del glifo, una capa militar tenía grabada una espada curva de la Europa Oriental, con la parte del mango en forma de cruz templaria. En latín, un círculo de letras góticas decía: Draconis Ordine (Orden del Dragón ) .

    [FONT=&quot]Ayer sepultamos a Richard Marcus Renfield en el Cementerio de Whitby. Estuvo el Ministro de la Parroquia vecina, dos celadores del Asilo, la bibliotecaria y yo, su médico. Seward hoy no concurrió al Asilo, muy ocupado con el caso Westenra. A propósito, ayer consultó a su maestro, el psiquiatra holandés Van Helsing, reputado en síndromes raros, para recibir su opinión.

    [FONT=&quot]Nunca volví a conocer a nadie como Renfield, enfermo mental o sano, tan extraordinariamente versado en tantas diferentes disciplinas. Realmente un erudito, un ser fuera de lo común. Me retiré del Cementerio hacia el Asilo, llevando como un recuerdo material de su persona, a quien aprendí a querer, admirar y respetar, su medallón con la estampa del Dragón. El “Drakulea” de plata.




     
    #1
  2. mistenig

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    Muy interesante como armonizas un fragmento del la novela " Drácula" de Bram Stoker, con la profundización que haces de Renfield, el paciente del psiquiátrico. Por un lado la figura que le das al Drácula de la novela, como el mismo Blad tepler, de quien fue inspirado la leyenda de Drácula, es bakano, pues la misma orden del dragón de la que hacia parte Blad teper le da bastante sentido a la obra. Por otro lado me recuerda el libro de “Los iluminati”, la forma como desenvuelves el texto, dándole una causal siempre en las logias. Cuanto me gustaría tener la destreza para poder reunir todo esto, de forma tan esplendida.

    Grato pasar, excelente escrito.
     
    #2
  3. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, mistenig por tus comentarios!
    Eduardo.
     
    #3
  4. Marcela

    Marcela Exp..

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    muy buen cuento! largo, algo tenebroso y de gran suspenso y deseos de saber que le pasaba al personaje no tan cuerdo (o no tan loco).
    Saludos Eduardo, estrellas
     
    #4
  5. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

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    Muy buenos trazos Eduardo.

    Halas al lector a la trama y lo imbuyes en los nada aletargados verbos. Dignos caracteres labrados en la piedra del constructor, con documentados pasajes y sutiles invitaciones.

    Un abrazo fraterno [FONT=&quot]∴
     
    #5
  6. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, Marcela!
    Besos.
    Eduardo.
     
    #6
  7. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, Amigo Césarfco.cd!
    Abrazo,
    Eduardo
     
    #7
  8. DaliaV

    DaliaV Poeta recién llegado

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    muy interezante, larguito pero vale mucho la pena
    me qede sin palabras!
     
    #8
  9. Vicente Moreno

    Vicente Moreno Poeta fiel al portal

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    Largo texto que fue ingerido como pósima en cuestión de minútos.
    Me recordó mucho a Hesse y su Lobo. ( y mi Clorpromazina )
    En cuanto a la infinidad de detalles e imágenes, hilados con tino y continuidad, tengo que felicitarte. Contextualizando o Descontextualizando mi parafrásis dice Contundencia.

    Saludos cordiales y Estrellas Eduardo.

    Vicente.
     
    #9
    Última modificación: 15 de Junio de 2010
  10. Granada

    Granada Poeta recién llegado

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    Creo que solo faltó el poder psicótico de los hongos en tus apreciaciones, de los demás no dejaste ninguno.
    Una literatura armada de una aseveración que roza la autenticidad.
    Gracias por compartirla
    Saludos
    Granada
     
    #10
  11. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias Vicente!
    Abrazo,
    Eduardo.
     
    #11
  12. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias amigo Granada!
    Abrazos.
    Eduardo.
     
    #12
  13. Mayca

    Mayca ES EL MOMENTO DE DESPERTAR A LA ESPIRITUALIDAD

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    Algo sorprendente, grato, bello, interesante, en todo el relato que leí no pude ni respirar, era tan interesante que no movía los párpados, enhorabuena, muchas felicidades porque me impresionó la capacidad que tiene de tener al lector pendiente de cada momento de su interesante prosa, lo desconocía en esta faceta, un beso lleno de mucho cariño
     
    #13
  14. ROSA

    ROSA Invitado

    #14
  15. Eduardo Morguenstern

    Eduardo Morguenstern Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, queridos amigos y poetas Dalia V., Mayca, Granada y Rosa, por la visita, la atenta lectura y los valiosos comentarios!
     
    #15

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