De autos y cambalache

A veces ni siquiera importa el hecho de recordarlo vivamente.
Pasa que a veces las palabras no me bastan.
O incluso jamás estuve ahí, solo mi cabeza lo imagino.
Quizás jamás pise esa plaza, ni entre a esos lugares,
solo en una noche de insomnio maquine la posibilidad y lo enrede con la realidad.
Pero las imágenes cuelgan como si fueran fotos recién reveladas.
El cielo se ve más bonito si se lo ves al revés, en el auto de papá.
Si, posiblemente jamás me paso, pero para que olvidarlo.
Igualmente los únicos testigos solo recuerdan estar estancados en la desesperación.
Era pequeña y mi pecho se cerraba por los bruscos espasmos,
eso me lo contaron, yo ya olvide como es no poder respirar,
mis ojos lloraban por la presión,
y mis manitos se cerraban en un puño dentro de la mano de mi padre,
que desesperado me tenia en brazos mientras me subía al auto.
De ahí en mas no se nada, pero recuerdo que en ese mismo hospital,
de la fachada tan de película que yo misma dibuje, y en esa plaza,
en esas calles, solo mi papa y yo, mientras mi madre cuidaba la casa,
en el asiento de atrás de ese viejo ford acostada mirando el techo del auto,
era divertido, el cielo se veía bonito si lo veías al revés,
por la ventanilla del auto, mientras temblaba con los baches de la calle y escuchaba el rugido del motor como si roncara al lado mío…
el olor a cuero y el cielo al revés. No se si lo imagine, pero de verdad que es bonito.

 

buen poema... te dejo 5 estrellas...es toda una broma maestra... que gusto leerte!