De espaldas al papel

Este poema lo estoy escribiendo de espaldas al papel,
con el tintero vacío y la pluma del revés,
enfundado en un traje de neopreno de la cabeza a los pies
y a la espalda bombona de oxigeno para no respirar
el aire contaminado de tristeza que como una espesa niebla me rodea.
Este poema lo he escrito después de una noche de insomnio
en la que no he pegado ojo
pero he soñado con un pájaro sin plumas,
con un árbol sin hojas y con un cuerpo sin piel,
y cuando por fin desperté
la noche no tenía luna y el día no tenía sol,
y es que como alguien dijo una vez;
los muertos no pueden ver, tal vez,
pero este poema lo está escribiendo alguien oficialmente vivo
intentando explicar que el planeta tierra en el que vivimos
es una minúscula mota de polvo en el sistema solar,
una picadura de avispa en la piel de Dios
que no deja de molestar.
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Y una aguja en un pajar. A veces, es sano visualizarnos a nosotros mismos, como individuos carismáticos que se adueñan del lugar, para embellecerlo y hacerlo todo, renovado.