Décima admonitoria

No me ames, joven Luzmilda,
ni caigas en el error
de suponer que mi amor
como ordinario se atilda
mientras junta y acabilda
mundanales ilusiones,
y es que sólo a los pendones
de la vaporosa musa
ríndese su alma seclusa
y se postran sus talones.​

 

Bello, hermoso, excelente poema, excelente texto.

 

Conciso y claro,imagino que la joven lo ha entendido perfectamente.
Buen tema,
un beso.