Declaración a tumba abierta

"Mañana al atardecer te haré entrega de un anillo,
sólo tengo que sacarlo del dedo en que está metido,
en cuanto lo desentierre ya serás mi prometido".

De este modo tan oscuro se declaró Bruno a Pedro,
era su primera cita y no lograba entenderlo.

Bruno es bueno pero extraño, está hambriento de cariño
y aún a pesar de su aspecto en el fondo es como un niño.

Aunque viene de alta alcurnia trabaja de enterrador,
su libertad y sus sueños son su principal valor.

Porque él es un rebelde y sigue su vocación,
lleva la muerte en la sangre y a Pedro en el corazón.

Y así desde los catorce, sufre de erotomanía,
él pensaba que lo amaba, Pedro ni lo conocía.

Pero al fin se ha decidido y escogió un bello lugar,
contemplando el sol morir mientras se inhuma en el mar.

Pedro odia a los siniestros pero siente un cosquilleo
sin entender que se muera por besar a un tío tan feo.

Hay algo en él que lo arrastra, esa piel pálida y fría,
esos dos metros de cuero y esa mirada vacía.

Bruno nota su deseo pero aún percibe dudas
y en un acto de valor su corazón le desnuda.

"Voy a amarte sin descanso hasta después de la muerte
y si yo marchara antes cada noche vendré a verte".

Ahora sabe que es su hombre y no duda en aceptar,
sólo tiene que explicarle que viene a vivir mamá
y de paso confesarle que es testigo de Jehová.