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Decolorando puertos

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Gruberovito, 20 de Junio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 853

  1. Gruberovito

    Gruberovito Poeta recién llegado

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    26 de Septiembre de 2008
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    Decolorando Puertos

    Y ese ejemplo de debilidad luchó; se propuso con valentía soportar descalzo un pedregoso recorrido, sabiendo que la travesía no será fácil y que nuevas esperanzas no nublarán amarguras pasadas. Avanzó con parsimonia, como avanzaron pensadores al cadalso y héroes a sus honores; con triste incertidumbre avanzó, y sometió a sus sentimientos a la idea de que las miradas que le observarán mañana no tendrán la luminosidad deseada. Vivir con la mente cansada transitando aquella áspera vía duele, como duele hacer el intento de no dejarse vencer ante la colina que se eleva para herir sutilmente la marcha constante.

    Empezó confuso el sentido, engullendo sus propias mentiras: no es sana su costumbre, mas consuela. Pensó en el amparo de su hombro, deseó huir lejos con él, hombre misterio, porque ningún tálamo le era más sagrado que el nido en sus brazos. ¿Un amor tan grande ante una tierra ingrata ha de caer? ¿Importa que comprendan su instinto prohibido? Sin embargo en aquel puerto hacia sus posibles destinos, la esperanza murió, cualquier savia derramada con suavidad en las venas antiguamente se deshizo en su esencia, evaporándose con ella un puerto y un sino.

    Quisiera un cronopio abandonar su bagaje y seguir, pues tanto en qué pensar endurece sus miembros y le abochorna el orgullo. Tanto en qué pensar, cuando se desea renacer y entregarse al índice del futuro, sólo desalienta y confunde a la perseverancia parásito en su intento de aferrarse a un amor desertado. No es fácil, pero es preciso a veces. ¿Quién no sentiría el mismo vacío al verse perdiendo, al dejar la orilla, el objeto en el que puso fe y significó tanto en vida? ¿Quién no quisiera volver a recuperarlo si el pérfido barco ancla mil veces allí? Quisiera un cronopio loco que la voracidad del océano sepulte ese puerto; adentrarse en el mar y perderlo de vista lentamente es un sádico tormento. Aquel hombre en su misterio se habrá apagado, en su crueldad ahogado, con la misma risueña figura del primer encuentro habrá de volver al camino original y sonreírle al ayer: con la misma rapidez que entró en el sendero, caminando a par por un fugaz momento, se habrá ido. Quizás no retorne la esperanza, ni los caminos vuelvan a hallarse, pero no será acerbo para quien ha sufrido el sabor de la hiel.

    Y ese ejemplo de debilidad luchó; a mitad de su superación cayó. Cuando a un cronopio le duelen los pies se detiene y un papel absorbe sus lágrimas, o alguien compasivo le ayuda decolorando puertos.


    Gruberovito, Mayo 2009
     
    #1

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