Dedicado a Clara la del ómnibus

Hoy es una de esas noches en las que coexisto con la humedad del techo. Y veo como la sinfonía de la soledad corta en dos el terrón que me sirve de ventana…

Tan temporáneos somos, sujetos a ismos, altares al ego y a tantas necesidades intrínsecas de arropar lo externo. Hoy una mujer anciana me dijo que el infinito es mucho tiempo. No quise caer en esa discusión, no tuve una respuesta certera /filosófica, de esas sesudas y sudadas. Pues sí, no hubo respuesta, estoy anclado al ahora: A mi perfume de humo de fogón, a que estoy a unos días de cumplir 31 años y para colmo adicto a libros raros, a la masturbación y a esa constante necedad de recurrir a la imaginación para alejarme de tantos peligros que implica existir en un mundo desigual.


Novio oficial de Natalia Lafourcade. Amando la tierra Veracruzana: comiendo sus mangos y dejando en los labios de esta blanca mujer un beso de indio Gayón.

México está ubicado en Norteamérica y yo recorro los cerros colmados de una vegetación xerófila (El Tocuyo Estado-Lara. Venezuela / Nos gobierna el hambre) donde entre cactus, cujíes yabas y veras vemos como los crepúsculos arropan de sangre las miradas de quienes celebramos el ocaso. México y Natalia Lafourcade están muy lejos de mis noches y sé que Clara y Ángela Villareal en algún lugar del mundo están subiendo a un ómnibus.